Gallego 'expatriado' de nuevo cuño, Álvaro Iglesias Puzas nació en Ourense (1990) y estudió Medicina en la USC. Tras hacer la residencia en Pontevedra se trasladó a Madrid, donde ejerce en el Hospital Clínico San Carlos desde 2019. Recién incorporado a la asociación, ve imprescindible implicarse en proyectos como Asomega Nova, que considera un punto de encuentro para intercambiar experiencias y compartir valores. Eso sí, algo ya en su trayectoria le enfocaba hacia el entorno de Asomega: dos de sus profesores más recordados de la facultad son Premio Nóvoa Santos: Felipe Casanueva y José Ramón González Juanatey.
¿Qué relación guarda con Galicia? ¿Vuelve a menudo?
Galicia es mi hogar y gran parte de mi familia reside allí. Es difícil estar lejos sin extrañar todo lo que envuelve a nuestra tierra, la gastronomía y la forma de vida. Siempre la recuerdo con cariño e intento volver a menudo para revivirlo, aunque este último año las restricciones de movilidad no me han permitido visitarla con la frecuencia que me hubiera gustado.
¿Por qué estudió Medicina?
Fue una decisión difícil. Aunque tuve dudas ya que también me encantaba la química y la biología, creo que la profunda inquietud por la salud y el bienestar de los demás que sentía me hicieron decantar la balanza y al final no me arrepiento de mi elección.
¿Qué recuerdos guarda de su paso por la facultad de Santiago de Compostela? ¿A qué profesores recuerda con más admiración?
Fue una de las etapas más felices que recuerdo. La facultad, el aulario, las prácticas en el hospital y todos los compañeros con los que compartí experiencias y recuerdos que aún conservo. Nunca olvidaré las clases del Dr. González Juanatey, el Dr. Casanueva Freijo o el Dr. José Luis Bello López (entre otros), todos ellos fuente de motivación para el alumnado y más que destacada calidad docente e investigadora.
¿Por qué Dermatología?
Desde el primer contacto durante la carrera, siempre me interesé por las especialidades médicas donde la imagen juega un papel clave. Dermatología, al ser una especialidad visual, muy amplia y con grandes opciones de subespecialización llamó mi atención. Según avanzaba en la residencia, aumentó mi interés por las enfermedades inmunomediadas, así como la dermatología oncológica y quirúrgica.
De Santiago a Pontevedra, a hacer la residencia, y de ahí a Madrid. ¿Cómo es su experiencia de la emigración?
Pontevedra fue mi casa durante la residencia y sólo tengo buenas palabras y reconocimiento para las personas que compartieron conmigo esos años. Posteriormente, las circunstancias laborales de mi pareja y las oportunidades que me ofrecía Madrid condicionaron mi marcha. Nunca es fácil dar el paso, dejar atrás a familia y amigos y abandonar nuestra zona de confort. Sin embargo, mi acogida aquí ha sido inmejorable. El Hospital Clínico San Carlos me ofreció la oportunidad para instalarme en Madrid y continuar creciendo en el ámbito laboral y personal. Me rodea un gran equipo de profesionales a los que agradezco todo lo que me enseñan cada día.
Precisamente en este hospital el jefe de su Servicio, Eduardo López-Bran, es uno de los fundadores de Asomega...
¡Sí, claro que lo sabía! Una persona muy comprometida con los jóvenes gallegos. Cuando se lo propuse me animó a unirme a Asomega siguiendo sus pasos. Ha sido un gran apoyo en esta nueva etapa y siempre le estaré agradecido por la confianza que me ha prestado.
¿En qué aspecto de la especialidad está focalizado?
Me centro en la dermatología oncológica y quirúrgica, la tricología y la dermatología pediátrica. Actualmente estoy comprometido sobre todo en el desarrollo de investigaciones en el campo del cáncer cutáneo y la dermatitis atópica.
¿Recuerda la primera vez que atendió en solitario a un paciente?
¡Claro, como para olvidarlo! Siempre los inicios son difíciles, pero me gusta el contacto con los pacientes. Creo que como profesionales es clave que aprendamos cada día de ellos y desarrollemos un sentimiento de empatía suficiente para dar respuesta de la mejor manera posible a sus necesidades.
Inicialmente Dermatología parecía ajena a la pandemia pero pronto se vio que el coronavirus presenta afectaciones relacionadas con la especialidad. ¿Cómo han vivido este último año en su servicio?
Han sido momentos complicados. La pandemia ha transformado el mundo en el que vivimos y nuestra especialidad no se ha quedado al margen. La infección por COVID19 se ha relacionado con diferentes cuadros cutáneos que hemos aprendido a reconocer y que han permitido en ocasiones el diagnóstico de infecciones en pacientes por otra parte asintomáticos. También se han modificado protocolos y pautas de tratamiento para adaptarnos a las recomendaciones sanitarias o a situaciones epidemiológicas cambiantes y así continuar prestando la mejor atención posible a nuestros pacientes.
Lo que han vivido los profesionales sanitarios en estos meses es inconcebible para el resto de la población. ¿Teme que se puedan generalizar las secuelas psicológicas a largo plazo?
Los profesionales sanitarios hemos trabajado y continuamos trabajando juntos para hacer frente a esta pandemia. Todos hemos soportado en mayor o menor grado el impacto físico y emocional que ha traído consigo, atendiendo a pacientes en situaciones extremas como consecuencia del impacto directo o indirecto de la pandemia. Es probable que a largo plazo y a medida que se prolonga en el tiempo, seamos cada vez más conscientes del grave impacto psicológico de la pandemia tanto en la población general como en profesionales sanitarios en particular.
¿Cree que, en general, el grueso de la sociedad no afectada por la pandemia es consciente de su gravedad o muchos de los comportamientos sociales que se observan indican lo contrario?
Resulta difícil creer que a estas alturas haya alguien que no sea consciente de la gravedad de la situación epidemiológica que vivimos. Debemos concienciar a la población para mantener las medidas de protección y sancionar las infracciones para evitar comportamientos sociales inadecuados que pongan en peligro la salud de la población.
La llegada de la vacuna ha insuflado un optimismo al que ya nos habíamos desacostumbrado. ¿Se hace suficiente pedagogía para evitar caer en el triunfalismo?
Creo que si algo ha quedado demostrado es que no debemos bajar nunca la guardia. Cualquier precaución es poca en un momento en que la sombra de una cuarta ola o las nuevas variantes acechan a un sistema de salud cada vez más tensionado. A medida que avance la vacunación será más necesario evitar sentimientos de inmunidad o protección total que lleven a una excesiva relajación entre la población.
Asomega defiende la humanización de la asistencia sanitaria, el apoyo en la ciencia, la Medicina como pasión y la implicación del profesional. Imagino que tras lo vivido en estos meses es imposible no compartir esta visión, ¿qué opina?
Totalmente de acuerdo. Creo que su labor y finalidad se integran perfectamente y trabajan a favor en el colectivo médico gallego. Entre sus fines fundamentales resulta interesante la promoción de la relación profesional, la formación científica o el ejercicio de la medicina de calidad entre sus miembros
¿Qué le ha animado a incorporarse a Asomega Nova?
Seguir los pasos de otros médicos gallegos ilustres y compartir asociación con ellos. Hoy en día es clave para los médicos jóvenes contar con un punto de encuentro para intercambiar experiencias y compartir los valores que Asomega Nova representa.
Aproveche la situación: ¿qué pediría a una asociación de estas características?
Mantener el interés por el avance de la sociedad médica a través de los jóvenes, continuar la labor de difundir el talento y darle voz a sus opiniones.
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