El curriculum de Alberto García-Basteiro es de los que impresionan: profesor asistente de investigación en el ISGlobal, coordinador del área de investigación en tuberculosis en el Centro de Investigação em Saúde de Manhiça en Mozambique, máster en Epidemiología en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, estudios de doctorado en el Amsterdam Institute for Global Health and Development... Entre otros muchos méritos y reconocimientos, fue elegido en 2017 mejor investigador joven del mundo en su área y lidera el Grupo de Tuberculosis de la ERS.
Además ha sido una de las voces habituales de divulgación y reflexión sobre el transcurso de la pandemia desde su inicio. Asegura que el foco mediático no es en absoluto su prioridad -de hecho ha limitado conscientemente su exposición-, aunque asume su responsabilidad al respecto en cuanto científico concienciado de la necesidad de transmitir mensajes contrastados.
Por eso insiste en reclamar análisis y conclusiones basados en estudios independientes y solventes. De esto y de muchas más cuestiones hablamos en esta entrevista, en la que además reivindica el papel central de la investigación y demanda más espacio para ella en la formación de los futuros profesionales de la salud.
SUMARIO
· RELACIÓN CON GALICIA
· TRAYECTORIA: DE VILLALBA A MOZAMBIQUE
· PANDEMIA: LA NECESARIA EVALUACIÓN
· TUBERCULOSIS Y ENFERMEDADES DE LA OTRA PARTE DEL MUNDO
· ASOMEGA AXUDA Y OTROS PROYECTOS DE LA ENTIDAD
¿Qué relación mantienes con Galicia?
Tengo a mis padres, a mi tía, a mi hermano mayor que vive en La Coruña y un montón de amigos en mi pueblo, Villalba, y los de la facultad. Por lo tanto a Galicia la frecuento siempre que puedo, cada dos o tres meses me gusta pasar algún día por allí. Suelo ir a Villalba o a La Coruña, donde vive mi hermano y donde también van frecuentemente mis padres.
Como gallego que vive y trabaja fuera, ¿cómo vives la “galleguidade” que es marca de la casa de Asomega?
Toda esa tradición de las casas de Galicia y demás nos gusta verlo como muy gallego y único, pero creo que todas aquellas poblaciones que han tenido mucha emigración se han organizado de una forma más o menos estructurada para rodearse de gente con la que comparte cultura, intereses, pasado, muchas veces futuro. Y la posibilidad la brinda el asociacionismo. Ahora lo podemos ver incluso en España, con inmigrantes de Rumanía, Ecuador, Marruecos, etc.
En España se vincula con los gallegos porque creo que fuimos de los que más emigramos, si no los que más en proporción a la población de referencia que teníamos. Pero es cierto que los que estamos fuera nos sentimos muy vinculados a Galicia. Hay una idiosincrasia muy particular, una forma de entender el mundo, de entender las cosas. También un humor muy particular y necesitamos ese refuerzo positivo, sentirnos cómodos practicando esa misma cosmovisión, rodeándonos de gente que comparte raíces similares.
¿Qué recuerdo guardas de tu paso por la Universidad de Santiago? ¿Mantienes contacto con compañeros de facultad? ¿Y con profesores?
Sí, la mía fue la promoción 2001-2007. Guardo fabulosos recuerdos de muchos compañeros, con los que sigo en contacto y tenemos grupos de WhatsApp con comunicación muy constante. Nos seguimos reuniendo como mínimo una vez al año todo el grupo.
También conservo buenos recuerdos de profesores. En el último año de carrera tenía una beca del Ministerio para colaborar en un proyecto de investigación que fue sobre cuestiones epidemiológicas de cáncer de pulmón con el profesor Alberto Ruano en el Servicio de Medicina Preventiva. También tuve relación con Gestal. De alguna forma ya se iba orientando mi camino a cuestiones de salud pública y salud global, en investigación.
La residencia la hiciste en Barcelona. ¿Te hubiera gustado quedarte en Galicia o veías más proyección para tu especialidad fuera?
Cuando acabé la residencia dudaba si quedarme en Santiago o ir a otro sitio. Ya me gustaban mucho los temas de salud global, las poblaciones vulnerables, la investigación, etc. y en aquel momento uno de los sitios donde se hacía investigación de enfermedades asociadas a la pobreza, que son más frecuentes en contextos diferentes al europeo, era aquí en Barcelona. En concreto en el Hospital Clínic, en lo que por aquel entonces era el Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona, ahora Instituto de Salud Global. Creo que también es bueno ver cómo se trabaja en otros entornos y al final, valorando pros y contras, decidí venir aquí a hacer la especialidad.
Has explicado que desde muy pronto tuviste un interés claro por Medicina Preventiva y Salud Pública, cuya relevancia se ha conocido a nivel general a raíz de la pandemia.
Ha quedado muy patente con esta pandemia la utilidad de una especialidad como esta, que no está tan centrada en la atención personalizada e individualizada sino que tiene una visión mucho más amplia. Se trata de intentar garantizar la salud en poblaciones enteras que puede trascender límites de barrio, de provincia, de comunidad. Por lo tanto, en contextos como el de la pandemia de Covid-19 se ha visto la necesidad de que haya gente que tenga una formación específica para afrontar estos retos que, posiblemente, cada vez sean más frecuentes debido a la movilidad que estamos experimentando.
Está muy relacionado con la parte de enfermedades comunicables, transmisibles, pero hay otras epidemias de enfermedades no comunicables, no transmisibles y en las cuales la perspectiva de salud pública, que ahonda mucho en la prevención, es más necesaria que nunca. Por lo tanto, hay necesidad de especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública.
¿Con qué argumentos se la recomendarías a un estudiante de Medicina?
Es una especialidad amplia que puede tener diferentes ámbitos de actuación, desde el hospitalario, como el resto de especialidades médicas, o los centros de atención primaria, las direcciones de salud pública, las consejerías, el Ministerio, las instituciones que se dedican a hacer recomendaciones y políticas de salud como la OMS o el Carlos III, o puramente la investigación. Los especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública tradicionalmente reciben una formación en metodología de la investigación como parte del currículum de la especialidad. Por lo tanto, el abanico de salidas y de oportunidades también es amplio y da pie a que gente con diferentes intereses se puedan sentir arropados, amparados en el paraguas de esa especialidad.
Eso sí, con la pandemia han aparecido expertos en epidemias hasta ahora desconocidos…
Sí, pero al final me daba la impresión de que siempre estaban las mismas personas. Es cierto que hay mucha gente a pie de campo, trabajando de forma silenciosa, pero no hay tantísimas plazas de Preventiva cada año y no sé incluso si se llegan a escoger todas. Antes de la pandemia había años que no se llegaban a cubrir. Con lo cual no hay tantos especialistas y por tanto creo que hacer proselitismo de la especialidad es justo y necesario.
¿Cómo fueron tus estancias formativas en el extranjero? ¿Las consideras imprescindibles en el proceso de formación de todo médico?
Es fundamental conocer otros grupos, saber cómo se organiza otra gente, aprender técnicas en la especialidad que sean nuevas o que no se hacen en el hospital donde nos formamos cada uno. También en el ámbito personal es importante establecer redes de trabajo más allá de las locales y también aprender idiomas, y qué mejor que hacerlo trabajando. Me parece que debería ser casi obligatorio que parte de tu formación transcurra en el extranjero. En mi caso ha sido fundamental. Durante la residencia estuve en Londres realizando un Máster de Epidemiología y trabajé con la OPS en varios proyectos desde Costa Rica. Varias veces estuve en Mozambique con diferentes proyectos de investigación.
Todo esto me ha abierto mucho la mente, me ha ayudado a aprender cómo se trabaja en otros contextos, con otros grupos de investigación potentes. Es muy saludable para cualquier residente, le aportará mucho independientemente de la especialidad de la que se trate.
Clínica e investigación suelen ir unidas. En tu especialidad el escenario cambia totalmente.
No me dedico a la asistencia clínica, sí a la investigación en su totalidad. Nuestra especialidad tiene muy limitada la parte clínica, pero yo creo que cualquier persona que se dedica a la medicina asistencial debería tener una proporción de tarea investigadora para contribuir a la generación de conocimiento que pueda avanzar y mejorar lo que hacemos de cara a la ciudadanía y de cara a los pacientes. En algunos hospitales se promueve mucho más que en otros. Los hay que piden que un 20 o 30 por ciento se dedique a la investigación y en otros es anecdótico, pero siempre es importante que las gerencias y direcciones de servicios lo promuevan.
- Se ha anunciado que la ministra de Sanidad propondrá el 30 de junio el nombre de los miembros del Comité de Evaluación que analizará el papel de Gobierno y autonomías en la crisis. ¿Estarás entre ellos?
Que yo sepa no, nadie me ha contactado para ello y es más, creo que no debería estar. Habiendo siendo uno de los promotores de esta evaluación, que quede claro que no tengo ningún interés particular y que opino que sería bueno que no formara parte de ese comité evaluador. Pero desde luego apoyo al 300 por cien que se lleve a cabo, que se ejecute con independencia y que salgan recomendaciones que se sigan y se lleven a término.
Hay que entender lo vivido como una oportunidad de aprendizaje y ver esta evaluación como una buena práctica de salud pública que, cuanto antes la hagamos, antes podremos empezar a implementar algunas de sus recomendaciones. De poco sirve que muchos digamos a golpe de tertulia o de opinión lo que queramos, podemos estar equivocados. Lo importante es lo que salga de un ejercicio académico, colegiado, independiente, exhaustivo, con una metodología clara y transparente.
Sin querer ponerte en el brete de actuar como un tertuliano, ¿cuál es tu reflexión personal respecto a las razones por las que la pandemia se ha cebado tanto con España?
Si soy coherente con lo que acabo de decir en la respuesta anterior creo que las razones de por qué España tiene indicadores muy negativos en comparación con otros países tienen que salir de ese ejercicio de evaluación que analice con cierta metodología y de una forma sistemática una serie de ámbitos, de datos cuantitativos y cualitativos de lo que ha pasado.
Pero yo creo que el Independent Panel de la OMS, publicado a mediados de mayo, o un reciente paper del Nature Medicine que analizaba la respuesta de 28 países ya dan pinceladas de por dónde pueden ir los tiros. Un elemento importante es la rapidez de la respuesta, cuánto tardamos en tomar medidas. Hay un abanico de medidas que podemos tomar, no tantas, pero cuánto tardamos en tomar esas decisiones ha sido posiblemente un factor clave que pueda explicar quizás un exceso importante de casos de muertes con respecto a otros países.
Otro aspecto es la coordinación. Siempre nos centramos en la coordinación entre el gobierno central y las comunidades autónomas pero creo que tenemos que ir más allá. Por lo menos a nivel europeo deberíamos estar muchísimo más coordinados porque tenemos sociedades que no difieren tanto en sus capacidades o en su estilo de vida.
En tercer lugar, el grado de preparación que ha habido en países que se han visto afectados por otras epidemias. Muchos países asiáticos convivieron con el SARS inicial, con gripes aviares, con la epidemia de Zika, del ébola. Supieron reaccionar y sacar consecuencias, sí que hicieron caso de las recomendaciones de organismos internacionales. Llama la atención que países como el nuestro no fueran reforzando todos estos planes de preparación a medida que íbamos viendo que en ciertos lugares del mundo había brotes que superaban las fronteras. Con lo cual yo creo que hemos perdido oportunidades de estar mejor preparados. Estos tres elementos –rapidez de respuesta, coordinación y preparación- posiblemente sean clave para una mejor respuesta en cualquier país.
¿En qué consiste exactamente tu labor en Mozambique, donde pasas prácticamente la mitad del año?
Me dedico a la investigación, hacemos ensayos clínicos y estudios observacionales. Coordino un área entera de investigación en tuberculosis de la que forman parte médicos, biólogos, enfermeros, enfermeras, técnicos de laboratorio, gente que se dedica a manejo de datos, etc. Tenemos un equipo que se dedica a la investigación en tuberculosis y yo básicamente soy el jardinero fiel que tiene que regar todas esas flores para que resulte un buen jardín. Y mucha actividad de gestión también.
¿En qué punto se encuentra investigación sobre tuberculosis? ¿Se ha visto afectada también por la Covid-19?
Cualquier investigación general, salvo la del Covid, ha tenido algún tipo de parón. Aunque, más allá del Covid, ha habido un tímido aumento de la investigación multilateral. Por un lado, de los programas para el control de la tuberculosis y por otro, para investigación. Es un cierto aumento de la investigación, pero a todas luces insuficiente si queremos evitar una enfermedad que mata a 1,4 millones de personas todos los años. Es curioso porque en 2020 se contaron 1,8 millones de muertes por Covid. Es cierto que hay una infranotificacion, pero se estima que ha habido 1,4 millones de muertes por tuberculosis y esto es así todos los años.
Lo del Covid será un sangrado agudo en la historia de la humanidad, que se controlará, cicatrizará, pero enfermedades como la tuberculosis, la malaria, el VIH son sangrados continuos, a borbotones, donde no se ve que esta herida pueda cicatrizar en un futuro próximo. Se han dado algunos avances en desarrollo de vacunas, tenemos algunas noticias interesantes de resultados de ensayos clínicos en fase dos prometedores. Hace dos o tres semanas se publicaban los resultados de un estudio que podría acortar el tratamiento de la tuberculosis de 6 a 4 meses, que es algo que lleva siendo así durante más de 30 años. Con lo cual sí que va habiendo ciertas noticias positivas, pero tenemos que acelerar estas noticias positivas, que no lleguen cada no sé cuántos años.
Si algo ha demostrado la pandemia es que cuando la comunidad científica se pone a remar en la misma dirección salen soluciones. Tenemos un arsenal de vacunas interesante, con diferentes mecanismos de acción, hemos sido capaces de desarrollar test diagnóstico rápido, fiables. Si invertimos una décima parte de lo dedicado a Covid a tuberculosis daríamos pasos de gigante en el control de esta enfermedad.
Lo que ocurre es que muchas de esas herramientas infelizmente no encuentran mercado, no tienen un retorno económico evidente para las empresas que los desarrollan y por eso no hay tanto interés. Tiene que haber mucha implicación de instituciones públicas y privadas, de gobiernos, de la filantropía, para que se pueda llegar a tener una vacuna eficaz contra la malaria, unos tratamientos que hagan del VIH una enfermedad crónica o que consigan que las personas que tienen una tuberculosis resistente a fármacos puedan tener éxito de tratamiento en un periodo de tiempo razonable.
El problema es que estas enfermedades azotan a una parte de la humanidad, pero no al primer mundo de forma tan contundente...
Mentiríamos si dijéramos que no ha habido grandes avances también en países de rentas bajas. Ha habido un cambio muy radical en el acceso a antirretrovirales, que en muchos países ya se dan de forma gratuita. Es uno de los factores por los que en muchos países de África subsahariana la esperanza de vida está creciendo. Sí que ha habido un esfuerzo importante en la comunidad internacional para tener mejores normativas de tratamiento y mejorar acceso a los sistemas de testaje, porque mucha gente vivía con VIH sin saberlo. Hay que saber valorar las cosas buenas pero yo creo que no hay que ser conformista porque queda mucho por hacer.
Asomega quiere contribuir con parte de sus beneficios a acciones de humanización, solidaridad, etc. Por tu experiencia en países centroamericanos y africanos, ¿qué necesidades crees que son más acuciantes y qué se puede hacer desde aquí?
Yo creo, quizá por deformación profesional, que todo lo que sea invertir en investigación es positivo, le daría un perfil a Asomega importante. Tener una iniciativa donde fondos recaudados sirvan para destinar ayuda a la investigación sería interesante y esto puede ser en forma de proyectos o becas para residentes o para estudiantes de pregrado. También a proyectos que tengan un marcado trasfondo social. No está de más pensar en ese tipo de objetivos porque debemos ser mucho más solidarios, tener una mirada más global y darnos cuenta de que somos unos privilegiados todos los que hemos nacido en esta parte del mundo.
Toda esta investigación en cuestiones de salud global lo que pretende es mejorar la salud y mejorar la equidad en salud entre todas las poblaciones del mundo y todo esto sería una buena causa y una causa necesaria. No nos podemos olvidar de que toda gran crisis económica, por mucho que nos parece siempre que va a afectar mucho a España, termina afectando más a aquellos países más vulnerables, con menos recursos. Hay ciertas enfermedades que se asocian a la pobreza que van a seguir ahí y ese círculo vicioso de pobreza enfermedad se va a seguir perpetuando, salvo que encontremos nuevas soluciones. Y muchas de ellas pasan por la investigación, por invertir más en investigación.
Asomega Nova quiere acompañar a los socios más jóvenes en su trayectoria y ofrecerles pistas y recomendaciones de expertos de primer nivel. ¿Cómo convencer a los futuros médicos e investigadores de que la ciencia tiene futuro?
Sería bueno que hubiera mayor formación en investigación desde la Facultad, que se insistieran mucho más en la importancia de la investigación como elemento transformador en el ejercicio de la práctica médica. También que hubiera mucha más exposición en los diferentes departamentos de las facultades de Medicina a la investigación, que se promoviera, que se involucrara a los estudiantes en proyectos de investigación. Todo en paralelo a una mayor formación de cómo se hace la investigación, qué implica, etc. Mucha gente empieza a hacer investigación una vez que están en los hospitales, en los grandes departamentos, pero creo que sería bueno que empezara antes a entender lo que es la investigación, lo que conlleva y su importancia.
Yo he tenido estudiantes de medicina fabulosos en algún proyecto de investigación, de cuarto o quinto y que han publicado sus resultados antes de acabar la facultad. Eso implica posiblemente que a la bioestadística, que se da deprisa y corriendo en el primer año, quizás haya que darle otro enfoque y más peso. O a las asignaturas de epidemiología, donde se habla de metodología de investigación, de diseños de estudio, de cómo afrontar investigaciones de un brote epidémico. Todo esto ayudaría a que la gente entendiera mucho más la investigación y se dejara seducir porque en el fondo, todos los que nos dedicamos a esto estamos enganchados a ello porque tiene muchas cosas atractivas y estimulantes. Esta mayor exposición sería bueno que ocurra cuanto antes en el proceso formativo de cualquier médico. Seguramente en otras muchas otras carreras relacionadas con la con la salud sería algo parecido.
Asomega está preparando ya su II Encontro de Médicos Galegos. ¿Qué recuerda Alberto García-Basteiro de la primera edición, en la que participaste activamente?
El primer encuentro creo que fue todo un éxito debido a la asistencia y a la procedencia geográfica de la gente que vino. Fue un buen momento para estrechar relaciones principalmente con médicos que viven fuera de Galicia, pero que mantienen vínculos con médicos gallegos. También es bueno ver también desde la medicina gallega y desde Galicia muchas de las cosas que se están haciendo, los trabajos punteros que algunos investigadores están llevando a cabo. El Encuentro Mundial fue en un gran foro para compartir, para conocernos y para ahondar en ese afecto que tenemos todos por la tierra y por lo gallego.
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