Los años que ha pasado en Madrid y los que lleva ya viviendo en Alemania no han afectado apenas al acento gallego de Alejandro Barros, ourensano de A Valenzá con antecedentes familiares en O Ribeiro y Lobios. Tampoco a su carácter rebelde y curioso, que le ha llevado a plantarse ante algunos de los supuestos imperativos ligados al estudio de Medicina en España y a buscar por sus propios medios alternativas de desarrollo profesional que le están permitiendo formarse en lo que le gusta.
Pero como buen ourensano no rehúye una buena charla y cualquier oportunidad de compartir su experiencia con otros en su situación, lo que está materializando en un proyecto ambicioso y necesario: la puesta en marcha de la Asociación de Médicos Españoles en Europa, de la que es presidente, y cuya intención es servir de canal de información para todos los jóvenes que se planteen continuar su carrera fuera de nuestras fronteras.
Graduado por la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid, en 2017 Alejandro Barros decidió romper la baraja y redirigir su carrera a Alemania. En esta entrevista nos cuenta sus motivaciones para ello y sus objetivos con la asociación, asuntos sobre los que hablará también en el II Encontro Mundial de Médicos Galegos en la mesa Alternativas al MIR: formación fuera de España. La visión desde Europa.
Alejandro Barros.
¿De dónde eres?
Soy de Ourense, de una pequeña ciudad que se llama A Valenzá. Mi madre es del norte de la provincia, de una bonita zona que recomiendo siempre que se llama O Ribeiro y mi padre del sur, de la zona del parque natural de Gerês-Xurés, en concreto de Lobios, cerca de la frontera con Portugal. Me crié en A Valenzá, a diez minutos de Ourense, donde estuve hasta los 18, cuando me fui a Madrid a estudiar la carrera de Medicina. Al terminar me vine con 24 años a Alemania, en 2017.
¿Vuelves a Galicia a menudo?
Cuando estaba estudiando en Madrid iba al menos una vez al mes a casa. Le tengo mucho cariño a mi tierra y siempre que puedo voy a ver a mi familia. Ahora que estoy en Alemania obviamente voy algo menos. No es tanto por distancia -en tiempo no tardo mucho más de lo que tardaba desde Madrid- sino por el trabajo, tengo muchas guardias y no me es fácil desplazarme. Desde que estoy aquí voy tres o cuatro veces al año.
¿Por qué estudiaste en la Alfonso X de Madrid?
A los 18 no tenía las cosas muy claras, durante el Bachillerato no me sentí muy bien orientado. Desde siempre me gustó la Medicina pero la Selectividad no me salió del todo bien. Solo había pedido en Santiago de Compostela, con Fisioterapia y Enfermería como otras opciones. También me postulé para hacer Medicina en el Ejército. Mi madre me animó a presentarme a la prueba de acceso en la Universidad Alfonso X y probé, aunque era reacio porque no me veía ni saliendo de Ourense… A las tres semanas me llamaron para decirme que me habían seleccionado, aunque no confiaba en ello al ver la cantidad de gente que se presentaba a ese examen. Conocí gente de todas partes, hice amigos muy rápido. Madrid es fantástico y la universidad también. Desde tercero tuve las clases en unas aulas junto al Hospital Severo Ochoa de Leganés, aunque también rotábamos por otros hospitales.
¿Qué razones te llevaron a salirte del carril convencional de quien estudia Medicina y decidirte a no preparar el MIR?
Cuando veía entrar a los representantes de las academias MIR por la universidad me recordaba al mundo de la Selectividad: a los jóvenes ni se plantea ofrecernos una alternativa. Cuando estás en Bachillerato solo existe la Selectividad y tienes que hacer una carrera porque sí, nos empaquetan en un camino que no hemos elegido. Volví a sentir lo mismo con el MIR: si no lo haces parece que no vas a tener futuro, no entras en el sistema.
Además me molestaba el negocio que veía entre las academias MIR y las universidades, por lo que tampoco interesa que te salgas de ese mundo. No digo que no lo hagan bien o que no se saque provecho en estas academias. El problema es que cada año hay varios miles de aspirantes que no tienen plaza. Como estudiante de Medicina veía que había opciones de no sacarlo y me lo jugaba todo a un solo examen. El factor suerte vuelve a jugar un gran papel porque no me estás evaluando mi esfuerzo, mi desarrollo, mis capacidades. Esa era mi gran crítica. He estudiado seis años lejos de mi familia, gracias al esfuerzo de mis padres y ahora me juego todo a una carta y en función de eso tengo que elegir una especialidad en la que además no puedo equivocarme, porque el sistema es muy poco flexible.
Por otro lado tampoco sabía que quería ser neurólogo, no tenía las cosas claras. Haber rotado por algunos servicios no te da seguridad para saber exactamente lo que quieres. Por todo eso me planteé otras alternativas a partir de quinto de carrera. En concreto fue un día cenando con una docena de compañeros de carrera en Lavapiés. Se planteó quién había reservado en las academias MIR porque, según decían, las plazas a dos años vista, cuando nosotros las íbamos a necesitar, ya estaban reservadas. Me di cuenta de que era el único del grupo que no había reservado.
Me quedé tan mal que al día siguiente empecé a buscar alternativas y a investigar cómo es el acceso a la especialidad fuera de España. Entonces vi otro obstáculo: la información es escasa y la que hay no resulta fácil de encontrar. Ahora hay algo más, pero en ese momento casi nada. Al final di con alguna pista y probé en Canadá, Francia, Alemania y Portugal. Después de bombardear con mensajes a las embajadas, consulados, ministerios de Educación, etc., conseguí recopilar información sobre cómo funcionaba cada sistema y el que más convenció fue el alemán.
¿Por qué?
Sobre todo por su flexibilidad. El proceso es como el de un trabajo normal: te postulas a un puesto, pasas una entrevista personal, un periodo de prueba y si lo superas, entras en la especialidad.
La cuestión es que estoy haciendo ahora cuarto de especialidad y uno de mis mejores amigos empieza ahora primero, siendo un año mayor que yo, porque se ha tenido que presentar al MIR en varias ocasiones. Admiro el aguante que hay que tener para llegar a ello. Los que se quedaron y han repetido el MIR son admirables, yo no habría sido capaz de aguantarlo.
¿Esa carencia de información también afecta a las universidades españolas? ¿No orientan en este sentido a los estudiantes?
No, aunque tengo que decir que la mía se portó muy bien. En cuarto de carrera pedí hacer prácticas en hospitales alemanes, que rápidamente te admiten porque son muy flexibles. El problema suele estar en las universidades españolas, que no te ceden fácilmente. Yo me fui en el verano de cuarto a Medicina Interna con un médico en Berlín. En quinto de carrera pedí a la Universidad que me dejaran dos semanas con un médico de Medicina General en un pueblo de Baviera y me convalidaron las prácticas. Tengo constancia que hoy día hay universidades que no lo hacen. Conozco el caso de una compañera de la Autónoma que quiso venir a rotar conmigo en Neuro y no le dejaron. Hay muchas limitaciones, sobre todo por no tener la información. Hay que solventar esto, que la gente sepa que hay más alternativas y que están ahí.
¿Por qué decidiste dar ese primer paso hacia Alemania en cuarto de carrera?
Yo quería tener la experiencia de cómo es la vida de un médico fuera de España. Mi padre se crio en Berlín y tengo tíos que siguen viviendo allí. El mejor amigo de uno de ellos es un médico de origen turco y me acogió. La mitad de los pacientes eran turcos, con lo que no entendía nada. Ya me costaba el alemán… En ese momento mi alemán era muy malo, tenía un B1 raspadito, pero lo que quería era ver cómo era ese mundo e ir haciendo curriculum. Fue un punto de inflexión, pude ver que hay otros médicos extranjeros en Alemania, como este turco, y que era una opción real trabajar allí. Al volver a Madrid después de esa estancia viví lo que he contado antes con mi grupo de compañeros en un bar de Lavapiés y entonces decidí buscarme las prácticas para el verano siguiente. En esa estancia de tres semanas en Nuremberg con el médico de Familia ya entendí mejor cómo estaba la demanda de médicos allá y comprobé que había posibilidades reales de hacer carrera allá. Al volver a Madrid para hacer el último curso pisé el acelerador con el alemán.
¿Tu aspiración es volver a España?
Es complejo, cuesta responder a esta pregunta. Mi gran ilusión es volver algún día, pero a medida que avanzas en tu trabajo las cosas se van poniendo más de cara: te aumentan el salario, tienes más formación, haces lo que quieres, etc. El límite te lo pones tú. Según pasa el tiempo se hace más complicado volver. Y lo digo yo que llevo solo cuatro años, los que llevan diez o doce ni se lo plantean. Lo que pasa es que veo la situación de colegas médicos y observo que vengo de un nivel diferente, volver sería para pelearme en una oposición por una plaza para cobrar cinco veces menos que en Alemania. Hay que venir mentalmente preparado a recibir tortas. O mucho cambian las cosas en España o mucha gente no va a volver porque las condiciones que hay en otros países, no solo en Alemania, son muy buenas. Ya no es solo el salario sino cómo te tratan: para qué voy si me contratan tres meses y me echan. En Alemania no me van a echar y si lo hicieran, al día siguiente tengo trabajo. Querría volver y echar raíces en Galicia, pero es difícil.
¿Cuál es a día de hoy la situación laboral de Alejandro Barros?
Estoy en mi último año de Neuro, el cuarto. El contrato es hasta abril pero me han pedido que me quede hasta julio. Para completar mi formación como neurólogo aquí me exigen hacer un año de Psiquiatría, que será el siguiente paso, lo mismo que si quieres ser psiquiatra tienes que hacer un año de Neurología. Cuando termine ese año de Psiquiatría me presentaré al examen de la especialidad: hay que entregar unas actas firmadas por los jefes de servicio con los que has trabajado en las que se vea que has cumplido los objetivos que pide el Colegio de Médicos y luego te sometes a un tribunal.
Además me estoy preparando como médico de emergencias. En la zona en la que vivo hay mucha demanda de médicos para los helicópteros y ambulancias y me parece una formación extra muy enriquecedora.
¿Qué conclusión extraes de tu experiencia?
La gran diferencia es la flexibilidad del sistema, que es brutal. Aquí empiezas en una especialidad y si te quieres cambiar lo haces de forma inmediata. Te puedes cambiar en cualquier momento de especialidad, de hospital, de ciudad y hasta de país. Si yo ahora quisiera continuar mi formación en Suiza, por ejemplo, me la reconocen. También flexibilidad para reducir horario, además de ayudas para guardería, transporte público, etc. Me choca que la gente en España tiene un carácter flexible, pero tenemos sistemas rígidos como los de oposiciones o el mercado laboral. En Alemania igual la gente no es tan flexible pero sí lo son sus sistemas y hacen lo que quieren, cada trabajador está escribiendo su futuro. Te dejas llevar menos por las exigencias externas del sistema. En España estás limitado por dónde te dan plaza, si te admiten allí… vas buscando hueco en el sistema. Aquí eres el capitán de tu barco, un sistema como este se adapta al individuo y en España es al revés.
El sistema español es muy bueno por la gente, hay médicos, enfermeros, celadores, etc., que lo mantienen como pueden y porque el español, en general, es fantástico. Los médicos españoles están muy bien formados, los enfermeros ni os imagináis lo cotizados que están. Por un médico español pegan, pero por un enfermero, mucho más. Qué pena que en nuestro país no vean que es necesario aplicar determinados cambios. Muchos de los sanitarios que salen de España no se irían si tuviera más certeza respecto a su futuro.
¿Qué pretendéis con la Asociación de Médicos Españoles en Europa?
La mayoría de los que estamos ahí somos médicos residentes que nos hemos conocido por redes sociales o en los hospitales. Estamos en situación similar y por eso surgió la idea de apoyarnos entre nosotros intercambiando información y creando conexiones para cuestiones prácticas como en asuntos de formación, en qué hospital se hacen las cosas mejor, en qué banco me meto, dónde hago la declaración de la renta, qué seguros necesito, etc. La idea es ayudarnos para la integración, el que venga que sepa qué se va a encontrar, las cosas buenas y las malas.
La mayoría estamos en Alemania y nos dedicamos en nuestro tiempo libre a ayudar a la gente a entender cómo funciona el sistema. La sorpresa ha sido que, aunque el objetivo inicial era dar cobertura a residentes, ahora nos están llegando peticiones de información de especialistas, gente de 40, 50 años que quieren venirse. Es mucha responsabilidad para nosotros, pero también un desafío.
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