Marisol Soengas, responsable del Grupo de Melanoma del CNIO y vicepresidenta de ASEICA, no es mujer de dejar charcos sin pisar en los terrenos que son de su interés. De hecho, se define por la pasión con que explica los múltiples asuntos en los que se involucra y se compromete de manera siempre activa, siempre ambiciosa y siempre buscando, como ella misma dice, "ir más allá".
La defensa del papel del investigador, la búsqueda de las mejores condiciones para que desarrolle su trabajo, la reivindicación del papel femenino en la ciencia en igualdad real y sin paternalismos, la apuesta por la excelencia investigadora... son algunos de esos charcos en los que demuestra su capacidad de implicación y su contagioso entusiasmo. Cualidades que también aplica a su propia galleguidad, de la que esta pontevedresa de Agolada dice presumir siempre que tiene ocasión.
SUMARIO
· TRAYECTORIA: BIOLOGÍA Y A CORUÑA
· LA EXPERIENCIA CON MARGARITA SALAS
· TRES LECCIONES DE SU PASO POR EEUU
· CNIO Y EL TRABAJO INVESTIGADOR
· LA CIENCIA, EN PRIMERA LÍNEA POR LA PANDEMIA
· MUJER: MÁS PATERNALISMO QUE DISCRIMINACIÓN
· “CONÓCELAS”, INICIATIVA DE ASEICA MUJER
TRAYECTORIA: Biología y A Coruña
¿Qué relación mantiene hoy con Galicia, la visita a menudo?
Hay dos sitios obligados a los que siempre voy a Galicia: donde viven mis padres, que es una aldea pequeñita entre la provincia de Lugo y Pontevedra. Se llama Fonfría, en el Concello de Antas de Ulla, allí pasábamos todos los veranos y eso marcó un poco mi carácter.
El otro sitio es A Coruña, donde estudié. Tengo muchos amigos y me considero muy coruñesa. Me gusta descubrir sitios nuevos, por ejemplo antes del confinamiento redescubrimos a Costa da Morte, pero si tengo poco tiempo y hay que elegir, me quedo con Coruña, esas puestas de sol desde O Portiño, La Ventana al Mar… precioso. Siempre presumo mucho de gallega.
¿Por qué se decantó por la biología molecular?
Siempre he querido ser científica, desde muy pequeña. Empecé Biología en A Coruña, que en aquel momento era colegio universitario. Luego me enteré de que había un Centro de Biología Molecular en Madrid y me dije: tengo que trasladar el expediente. No me arrepiento porque me ha permitido tener una formación para hacer investigación con un conocimiento muy amplio. Quizás podría haber estudiado también farmacia o medicina, pero en definitiva estoy contenta siendo investigadora y no me cambiaría por otra cosa.
Y de su paso por la Universidad de A Coruña ¿qué recuerdos tiene?
Muy buenos. La profesora que más recuerdo es Esperanza Cerdán, a la que he visto muchas veces después. Era la profesora de Bioquímica, que fue para mí el gran descubrimiento. Ella me ofreció empezar en el laboratorio, una oportunidad que me gustó muchísimo porque me dio libertad, me encargaba experimentos y me dejaba sola, lo que me parecía fantástico. Y luego ya me comentó que si iba Madrid estaba el grupo de Margarita Salas, en el que me integré en cuarto y quinto.
LA EXPERIENCIA CON MARGARITA SALAS
¿Cómo fue trabajar con Margarita Salas?
Nos ha marcado a los que hemos pasado por ahí porque fue una pionera en la biología molecular en España. Lo que nos marcó muchísimo a todos, sobre todo a las mujeres de su grupo, fue el hecho de la normalidad: Margarita nos trataba de la misma manera a los hombres y a las mujeres. Nos enteramos mucho después que se le había discriminado por ser mujer, sobre todo en las fases iniciales de su carrera, pero cuando estábamos allí era simplemente una jefa que organizaba muy bien el laboratorio. Todo el mundo estaba supervisado y se nos exigía a todos por igual. Para ella lo importante eran los datos y estar absolutamente seguro de que lo que ibas encontrando era realmente reproducible y fiable.
Para “los margaritos”, que así nos llamábamos, era una marca de la casa este gusto por el trabajo bien hecho. Íbamos al detalle y se nos enseñaba a presentar los datos y a comunicarlos con gran cuidado. Eso me ha ayudado mucho después.
Y quién se sorprendía más de ese trato trató tan igual que daba a todo el mundo, ¿los chicos o las chicas?
Todos por igual. Éramos todos gente con muy buenas notas, la mayoría había trasladado los expedientes de otras universidades por lo que realmente queríamos estar allí. Teníamos una cierta ambición e interés y nunca me sentí tratada diferente por ser una mujer. Ni entre nosotros ni por parte de Margarita.
LECCIONES DE SU PASO POR EEUU
¿Hasta qué punto le marcó su experiencia en EEUU?
Fue fantástica. Cuando empecé a hacer la tesis ya me quería ir porque mis compañeros lo hacían, era algo natural para nosotros. Me fui a hacer el postdoctoral al grupo de Scott Lowe en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. El laboratorio era pequeño, estaba empezando y era un grupo muy prometedor que estaba estudiando cáncer, intentando entender qué mecanismos determinan que las células del cáncer sobrevivan y resistan al tratamiento.
Si me tengo que quedar con lecciones de vida de Estados Unidos una es lo que decía mi jefe: la pregunta, la pregunta es muy importante, el Big Picture: si te haces una pregunta aburrida vas a tener una respuesta aburrida. Abogaba por la ambición y por ir más allá. Decía que hay cosas que las puede hacer cualquiera y exigía que propusiera algo que llamara su atención. Aprendí también lo importante que son las conexiones y la red de contactos. En ciencia es muy importante lo que haces, pero también lo que cuentas, cómo lo cuentas y a quién se lo cuentas. Tienes que ir en los congresos presentándote, hablando con gente y haciendo que te conozcan los editores de las revistas, que te conozcan hasta tus competidores.
En resumen, ¿qué aprendí? A no tener miedo, a pensar bien las preguntas que haces, ser ambicioso en ese sentido, y que no puedes trabajar en aislamiento.
CNIO Y EL TRABAJO INVESTIGADOR
Dirige el Grupo de Melanoma del CNIO. ¿En qué proyectos se hayan inmersos?
Ahora estamos en una fase muy buena. Nos interesa el melanoma, que es la forma más agresiva de cáncer de piel y nos interesa entender cómo se inicia, pero sobre todo lo que llamamos el código de barras. ¿Qué define al melanoma y lo distingue de otros tipos tumorales? Una de las características que lo distingue es la capacidad de diseminación. Digamos que las células escapan y se mueven, invaden y acaban colonizando distintos órganos. Y eso lo hacen desde fases iniciales, desde lesiones muy finitas de poco más de un milímetro. En nuestro grupo lo que nos interesa es entender por qué estas células de melanoma tienen esa capacidad de metástasis.
También nos interesa visualizarlas para intervenir cuanto antes. Hemos desarrollado compuestos que ahora están en manos de una compañía biofarmacéutica y están probándose en pacientes. Es una ilusión pasar de resultados que se dan en un laboratorio a un desarrollo. Estamos contentos porque hemos desarrollado unos modelos experimentales que son únicos y nos permiten ver cómo se desarrolla el melanoma. Emiten luz de una forma muy particular, es como encender y apagar. Se encienden cuando se inicia la metástasis y se apaga cuando los tratamos y responden.
Además el año pasado nos concedieron uno de los proyectos europeos más competitivos, el European Research Council, lo que te permite ya otro tipo de trabajo mucho más ambicioso. Como decía antes, ir al ‘big picture’, más allá de la célula tumoral y estudiar el tumor, pero en vivo, en todo el paciente con muchas muestras y numerosas colaboraciones con hospitales.
Nos relataba antes su experiencia en EEUU. ¿Trabajar fuera es una experiencia necesaria para cualquier investigador?
Yo lo recomiendo siempre, aunque depende de a dónde quiera llegar cada uno. Si tu objetivo es tener alta responsabilidad en ciencia o en cualquier otro aspecto relacionado con la trayectoria científica no te voy a decir que es imprescindible, pero casi. Pero también es conveniente por una cuestión personal, por aprender, exponerte a otras culturas y otras formas de trabajar.
El problema no es salir sino volver los que quieran hacerlo, además de atraer talento extranjero. Formamos a muy buenos estudiantes, chicos y chicas, hombres y mujeres. De hecho, los españoles consiguen becas para irse fuera porque tienen una formación muy buena. Pero esto funciona en una sola dirección. Necesitaríamos poder incorporar gente de otros sitios pero es muy complicado con la financiación que tenemos, con la inestabilidad actual que nos hace no poder ofrecer un pack competitivo en inicio.
¿Recuperar a los que quieren volver sería el primer paso para atraer a otros talentos?
Hay que pensar en recuperar talento y atraer talento, las dos cosas. En el CNIO lo que se prima es la excelencia, sea de donde sea: no se va a contratar a alguien por ser español, pero tampoco se va a dejar de contratar por ser extranjero.
El sistema de investigación, la política científica, tiene que ser una política de estabilidad que permita una carrera profesional, una progresión. En el CNIO, por ejemplo, no se aprueba un examen y ya tienes la plaza para toda la vida. A nosotros se nos evalúa cada cinco años. Tiene la contrapartida de que las condiciones son mejores. Se trata de tener unas reglas bien definidas, que se sepa lo que se espera en cada momento de cada uno y luego exigir responsabilidad y resultados.
Esta organización peculiar ¿les libera del corsé que impone la Administración a la hora de recibir fondos?
Lo facilita más, pero no es la solución. Tenemos una cierta flexibilidad a la hora de contratar personal y reorientar nuestros proyectos, pero estamos dentro del Sistema Nacional de Investigación y también tenemos limitaciones burocráticas. Desde la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer (ASEICA) ponemos el acento en la mejora de las condiciones de investigación para los jóvenes, sobre todo, pero también en la mejora de la infraestructura y en la reducción de la burocracia en general.
LA CIENCIA, EN PRIMERA LÍNEA POR LA PANDEMIA
¿Cómo se va a dibujar el panorama de la ciencia en la sociedad tras la pandemia?
Creo que nunca se ha hablado tanto de ciencia como ahora. Nunca se ha hablado tanto ni por parte de los políticos, ni por parte de las personas afectadas y la sociedad en general. Desde ASEICA, de la que soy vicepresidenta, esperamos que la apelación constante a la ciencia por parte de los políticos no sea solo palabras. Necesitamos unos presupuestos y una dotación a medio plazo que sea competitiva. Creo que se está intentando y es verdad que se han hecho esfuerzos, sobre todo en áreas relacionadas con Covid. Pero nosotros trabajamos con cáncer. Los pacientes necesitan diagnosticarse, necesitan tratarse y necesitan seguir toda su progresión. Esperamos que, también por presión social, se dedique esfuerzo, fondos e infraestructura de una forma seria y que pasemos del 1,2% del PIB a más del 2% que es lo que en otros países europeos se dedica a investigación.
Eso a nivel político, pero ¿cómo percibe la sociedad el trabajo científico?
A nivel social la pandemia ha revelado que la gente entiende que la ciencia es importante pero también que tiene sus plazos. Ha habido un cierto resquemor o desconfianza, porque algunas investigaciones han ido aparentemente muy rápido. Pero esto no ha sido porque sí, no se han saltado pasos. Lo que ha ocurrido es que hay países que ya habían invertido, que ya tenían la infraestructura, que ya tenían el material y con grandes dotaciones de presupuestarias han avanzado más rápido. Se han podido hacer ensayos clínicos con miles de pacientes a la vez, porque ha habido muchos hospitales colaborando. Esto es importante: cuando quieres respuestas rápidas tienes que invertir. Si no, lleva su tiempo.
¿Cómo se ve desde ASEICA el Plan de Apoyo a la Investigación del Ministerio de Ciencia?
El Ministerio ha pasado por estrategias, plan, pacto… distintas formulaciones de un objetivo que por supuesto es importante. Se trata de impulsar la investigación, aumentar la dotación presupuestaria e incluso tener planes de desarrollo de la carrera investigadora. Claro que estamos de acuerdo, pero el problema es la letra pequeña de cómo se va a hacer y cuándo.
En este momento hay muchos problemas sobre todo en la investigación más básica y traslacional, pues los proyectos han sido muy irregulares en las convocatorias. En este momento tenemos un gap de ocho meses porque no se convocan proyectos. Desde ASEICA conceptualmente estamos a favor, pero queremos hechos, no podemos esperar mucho más tiempo.
MUJER: MÁS PATERNALISMO QUE DISCRIMINACIÓN
Ha desarrollado una carrera profesional notable logrando reconocimiento en un entorno mayoritariamente masculino. ¿Ha experimentado mayores dificultades o condicionantes específicos para avanzar en su carrera?
Siempre lo digo: yo no me he sentido discriminada y no creo que mi carrera haya avanzado más despacio por ser mujer. Pero también digo siempre que a mí no era fácil discriminarme porque partía de muy buenas notas en la carrera y además siempre me he esforzado, pero lo hago por mi carácter, que me lleva a intentar dar un paso más. Pero sí que me he encontrado muchísimo paternalismo y no sólo en mi caso, lo veo alrededor.
¿Por qué decidieron crear ASEICA-Mujer?
En primer lugar por las cifras: sabemos desde hace décadas que hay muchas mujeres en las fases iniciales, como estudiantes predoctorales o posdoctorales, como el 60-70%, pero luego en puestos de responsabilidad hay dos o tres de cada diez. Y esto lleva siendo así desde hace treinta años o más. He visto muchas situaciones en las que mujeres con gran talento lo están teniendo muy difícil hasta el punto en que han decidido parar su carrera o desviarla hasta otros puestos de menor responsabilidad.
Desde el principio tenía claro que el lema de ASEICA-Mujer tenía que ser “Pásate a la acción”. El objetivo es preguntarnos qué podemos hacer nosotras y también nosotros. Porque en ASEICA-Mujer somos tanto hombres como mujeres: creemos que romper las barreras de cristal es algo que tenemos que hacer conjuntamente.
¿Cómo se pueden romper esas barreras de cristal?
Se puede abordar desde el nivel administrativo, intentando cambiar las políticas científicas, pero también a título asociativo. Desde ASEICA-Mujer llevamos algo más de tres años en los que hemos organizado talleres y cursos, sobre todo de liderazgo y de comunicación porque nos parece que es un punto que tenemos que trabajar todas las mujeres. Nos parecía muy importante también el concepto de network, de interacción y mentorización. Tenemos un programa de mentorazgo que se llama “ASEICA4you”, que intenta favorecer el desarrollo profesional de las mujeres y también los hombres en el campo de la investigación en cáncer.
Otro objetivo es dar visibilidad a las mujeres. Cada vez que vemos una mujer que consigue un proyecto, que le hayan concedido una beca, que tenga una publicación, intentamos visibilizarlo. Nuestro lema global, además de “Pásate a la acción”, es “Yo puedo, tú puedes”. Parte de decir: convéncete, atrévete y que no te dé miedo enfrentarte a retos. Pero el “tú puedes” incluye ayudar a los demás, intenta también ser mentor o sponsor.
“CONÓCELAS”, INICIATIVA DE ASEICA MUJER
Recientemente han celebrado la campaña “CONÓCELAS”, que ha tenido gran repercusión.
Es lo más emocionante en lo que me he visto involucrada y una de mis grandes alegrías. Se trataba de acercar a las mujeres investigadoras a los colegios, institutos y a la universidad. Pero tanto a los niños como a las niñas, porque nos parecía importante que nos conocieran todos. El hecho de que aprendan cómo somos va a servir a la larga para reducir barreras de género.
Tuvimos 6.500 alumnas y alumnos conectados y 150 investigadoras. Pudimos ver, dependiendo de la edad, lo que les interesa y cómo perciben a las investigadoras. Las pequeñas, por ejemplo, vieron a la científica en su bata, pero también descubrieron a unas mujeres con hobbies, algunas aparecían saltando en paracaídas, otras escalando… A las adolescentes les gustó muchísimo esa fase de detrás de la bata, decían “sois interesantes, cuántas cosas hacéis fuera del laboratorio, y viajáis…”. Un concepto de la ciencia como algo realmente interesante. Las más mayores, las de universidad, ya tenían otras preguntas de cómo hacer, qué becas, qué proyectos y les gustaba mucho ver el ejemplo de mujeres que lo han conseguido.
¿Qué ha aprendido de la experiencia, qué conclusiones han sacado?
Lo que hemos aprendido es que cada nivel tiene unos intereses y unas percepciones" diferentes de las mujeres científicas. Y también, en la organización, he aprendido a delegar y a confiar. Eran 150 investigadoras hablando simultáneamente a otras tantas aulas y no se podía estar en todo, les dimos unas pautas pero cada una fue independiente. Al final hemos visto la ilusión que hay por parte de los de los estudiantes, pero también el sentimiento de equipo que se montó alrededor de la iniciativa y eso fue fantástico. Que te digan "estoy orgullosa de ser una investigadora de ASEICA y de participar en esta actividad" no tiene precio.
Buena parte de las dificultades de las mujeres en lo profesional están relacionadas con la conciliación. ¿Son conscientes los más jóvenes de ello?
Los pequeños viven de la curiosidad total y ni se les pasa por la cabeza el tema de la conciliación. Incluso las adolescentes, poco o nada. Tenemos que trabajar mucho con las estudiantes que están en la universidad y las jefas jóvenes. Ahí es donde hay que trabajar aspectos de conciliación, de compartir con la pareja. Para mí es algo tan natural... Yo no aceptaría otra cosa, porque una pareja te puede ayudar o ser un freno.
A tenor de esta experiencia, ¿qué consejo daría a potenciales científicas que no suene paternalista ni condescendiente?
Mi mensaje siempre es igual para los niños que para las niñas: para mí lo más importante es que se atrevan y que no se limiten. Uno no nace siendo científico, vas aprendiendo y lo que es muy importante, si la primera vez no te sale, pues inténtalo otra vez. Esta situación de pandemia tiene ventajas como que se puede invitar a gente relevante a dar charlas online. Mi recomendación siempre es "no os limitéis, atreveos, a lo mejor no lo conseguís a la primera, pero la segunda, si insistís, probablemente lo consigáis. Las cosas no ocurren porque sí, hay que dar un primer paso y hay que dar el segundo paso".
Participa además en el Grupo de mujeres influyentes de Galicia.
Surgió de una forma bastante informal. Parte de una iniciativa más general de toda España de mujeres influyentes en distintas comunidades autónomas. La mayor parte no estamos en Galicia y el objetivo es unir esfuerzos para dar visibilidad a todo el talento en Galicia y servir para impulsar el desarrollo profesional de mujeres en Galicia.
Participo también en otra iniciativa fantástica que es Executivas de Galicia, una de los grandes referentes de cómo la unión hace la fuerza en el contexto de mujeres. La presidenta es Carla Reyes Uschinsky, que desde Galicia está haciendo un trabajo fantástico a todos los niveles.
Otro grupo en el que también participo es el de Científicas de Galicia, que se está organizando ahora, tienen un programa de radio, “La Ciencia es Femenino”.
¿Cómo puede con tanta actividad?
Si pierdes la ilusión por hacer por tu trabajo es una pena. Yo tengo la suerte de que me dedico a la profesión que me gusta. Probablemente podría tener una vida mucho más relajada si me dedicara a otra cosa. Pero, por ejemplo, que mis estudiantes me traigan los resultados, me digan “mira lo que me he encontrado” y propongan experimentos, me compensa todo.