"Hay que innovar para mejorar". "Cualquier cosa que nos mueva la silla es bienvenida". "Del movimiento es de donde surgen las cosas y a mí me gusta el bullir de ideas, el sumar esfuerzos"... Una charla con Pilar Rodríguez Ledo se acaba convirtiendo en una copiosa recolección de frases llenas de fuerza y sentido común, formuladas con tanta sencillez como contundencia.
La flamante ganadora del Premio Nóvoa Santos que concede Asomega -con la colaboración de Roche- describe en esta entrevista su singular trayectoria, que por variada e insólita la convierte en testigo excepcional de la evolución del sistema de salud, de las dificultades que enfrentan unos profesionales ya exhaustos antes de la pandemia y de las necesidades de una sociedad que, siempre, confía en sus sanitarios.
Pilar Rodríguez Ledo detenta en en la actualidad la vicepresidencia de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), donde es responsable de formación, investigación e innovación. Además, es subdirectora del Área Sanitaria de A Mariña, Lugo y Monforte de Lemos y subdirectora de Humanización, Calidad y Atención al Ciudadano en el Hospital Universitario Lucus Augusti de Lugo.
SUMARIO
· TRAYECTORIA
· AP RURAL, URBANA, GESTIÓN, DOCENCIA...
· ATENCIÓN PRIMARIA, EL ESLABÓN DÉBIL
· MIR: VOCACIÓN VERDADERA
· LUCHA CONTRA LA PANDEMIA
· COVID PERSISTENTE
· LOS PROYECTOS DE ASOMEGA
· VÍDEO RESUMEN DE LA ENTREVISTA
¿Cuáles han sido sus primeras impresiones tras ser nombrada ganadora del Nóvoa Santos? Lo cierto es que las reacciones tras conocerse la decisión de la Junta Directiva de Asomega han sido unánimemente positivas…
La verdad es que no puedo decir otra cosa: me siento doblemente honrada, por el reconocimiento y por los apoyos y las palabras de la gente que, a su vez, son mayor premio. Cuando encima es en tu casa, en tu zona, en tu lugar de trabajo donde te felicitan, puntúa doble. Me siento tremendamente honrada desde la humildad de mi posición porque me considero una eterna aprendiz de todo y también por el hecho de que se otorgue a la Atención Primaria. Honradísima y agradecidísima a los compañeros.
Como sabe, es el primer año en que parte de la cuantía del premio se repartirá en un proyecto de investigación y una iniciativa de humanización elegidos por usted. ¿Los tiene ya seleccionados?
Todavía no, pero debo decir que me parece una decisión muy afortunada. Todos los premios deben ayudar a hacer escuela, a conseguir un propósito global más allá de la propia persona y a aportar algo de retorno. Tengo varias ideas, pero aún debo valorarlas bien. Además trabajo en humanización, así que como decía aquel tengo "el corazón partío" y no sé por cuál me decantaré. Pero me parece esencial que todo premio tenga un retorno a la sociedad en la que vivimos. Además, en el ámbito sanitario resulta imprescindible que los profesionales seamos también humanistas.
Nació y estudió en Barcelona pero luego ha desarrollado toda su carrera en Galicia. Cuéntenos brevemente su trayectoria.
Soy hija de gallegos de Lugo que emigraron nada más casarse y yo nací circunstancialmente en Barcelona, donde viví y estudié en el Clinic. Tengo gratísimos recuerdos de toda esa época y grandes amigos de entonces, pero sabía que quería venirme a Galicia, al igual que mis padres. Soy hija única y en un momento dado nos vinimos para acá. Nunca me he arrepentido. No porque no estuviera bien en Barcelona, en absoluto, sino porque creo que es otra manera de vivir y de entender la profesión. Debo muchísimo a Barcelona, pero donde me he formado de verdad es aquí en el mundo rural, es lo que profesionalmente más me ha aportado.
¿Qué lecciones principales extrae de su experiencia como médico rural?
La Medicina de Familia se caracteriza por su versatilidad, que nos lleva a ver la profesión desde distintos puntos de vista. Me considero muy afortunada porque empecé quizás con la parte más dura, la medicina rural, aunque también resulta muy enriquecedora. El sentimiento de soledad profesional resulta a veces difícil de llevar, así como el peso de la responsabilidad de tus pacientes. Confían plenamente en ti, están lejos del hospital, continuamente contigo y con lo que tú les puedes recomendar y eso supone una sobrecarga importante. No digo que otros profesionales no tengan también esa responsabilidad, pero aquí se vive de una manera muy diferente.
Aunque ahora estoy en labores de gestión, mis pacientes de cuando estaba en el rural me siguen viniendo a ver, lo cual me hace muchísima ilusión, o cuando están ingresados me llaman y los voy a ver. A pesar de la dureza de este mundo, guardo muchos recuerdos y creo que el aprendizaje profesional y humano que tuve allí fue importante. Cuando trabajas en el mundo rural nunca te separas de tus pacientes.
Trabajé 17 años en la zona de Caurel, y sigo muy vinculada con la gente de allí. Aprendí a implicarme como médico y como habitante, ya que residí allí fijo once años y montamos la primera asociación de mujeres rurales, participamos en la fiesta de la castaña y en todo acto social que hubiera... Es imposible desvincularte en una zona rural.
¿Cómo vivió el paso a la Atención Primaria urbana?
De ahí pasé a un centro de salud de Lugo, que desde luego sigue siendo mi centro de salud y mi plaza está ahí. También mis pacientes me vienen a ver a veces al hospital, aunque ya llevo tiempo fuera. Guardo muy grato recuerdo porque ha sido otra manera diferente de ver la medicina, otra manera de relacionarse con los pacientes y con la población. Aprendí a pasar de estar profesionalmente en el equipo médico-enfermera a estar en un equipo con muchos médicos, muchas enfermeras y en coordinación con otros especialistas de hospitales.
¿Y cómo fue el salto a la docencia?
Soy tutora de residentes de Medicina de Familia, que es una de las cosas con las que más disfruto. Llevo más de once años siendo la jefa de estudios de Medicina Familiar y Comunitaria. Me parece que es una forma muy bonita de verter lo que uno va aprendiendo profesionalmente en las nuevas generaciones, de dejar en el recuerdo y transmitir el día a día de lo que vas aprendiendo. Es algo que me mantiene viva e ilusionada.
El último escalón, de momento, es la gestión.
Pero antes ya había sido técnico de salud porque la investigación era algo que me gustaba. De hecho, hace muchísimos años unos compañeros y yo hicimos la primera fundación de investigación y de formación que se constituyó en Galicia por profesionales, poniendo dinero de nuestros bolsillos y disfrutando mucho. Contactamos con muchos profesionales y muchos grupos de compañeros, con los que hicimos actividades, debates y proyectos de investigación. Uno de ellos fue, precisamente, el anterior Premio Nóvoa Santos, José Ramón González Juanatey, que me ha felicitado por el galardón, y al que además recuerdo especialmente porque con él hice mi primera intervención en público en un congreso. Eso también me abrió puertas para ver la Medicina de una manera diferente.
Ahora, desde hace unos cuatro años, soy responsable de innovación en la estructura de los nodos de innovación que hay en Galicia. Me parece que no se puede estar en un sistema sanitario sin intentar innovar en estructura, en funcionamiento, en recursos y método de trabajo. Y finalmente también he tenido experiencia en calidad y humanización. Todo esto me da un prisma del sistema sanitario bastante amplio y me ha brindado la oportunidad de aprender de los mejores. Creo que toda esta trayectoria lo que me hace es ver la profesión desde todos sus ámbitos.
¿Volverá a la asistencia o encuentra tanta satisfacción en estas otras áreas en las que está ahora, que no se lo plantea?
Realmente no lo sé. Echo de menos la asistencia, pero lo que hago también me gusta mucho. Lo que sí sé es que, esté es un sitio o en otro, voy a seguir intentando hacer lo mismo: desde la gestión sigo en contacto con pacientes míos y si estuviera en el mundo asistencial, intentaría seguir con proyectos de formación, de innovación, de investigación. Me gusta todo. Creo que tenemos una profesión tan bonita, con tantas vertientes diferentes que no podría decirte una que no me gusta. Y desde luego no estoy en la gestión porque no me guste la asistencia.
Galicia ha hecho una apuesta clara por la telemedicina y la hospitalización a domicilio como estrategias ante el envejecimiento de la población y la dispersión geográfica. ¿Es puntera en estos aspectos?
Galicia es puntera en la aplicación de la tecnología a la asistencia. Falta mucho por hacer, pero sin duda es de las comunidades más punteras en este campo, como lo demuestra el tener una historia clínica electrónica compartida entre todos los entornos: primaria y hospitalaria, pero también los centros sociosanitarios.
Creo que esta pandemia que vivimos nos ha revolucionado con las tecnologías y ha puesto más de manifiesto que los profesionales tenemos que seguir al paciente, no los pacientes a los profesionales. Y sus datos y su información tiene que estar al servicio de la mejor atención posible. Hay muchos proyectos en el Sergas para mejorar eso y tenemos que ir por ahí. Sin duda de todo lo que yo conozco el Sergas es puntero en relación al resto de las comunidades autónomas. Eso no quiere decir que no tengamos que ser mejores aún y que hacer reformas para tener proyectos donde la historia realmente sea del paciente, pero me parece que vamos por el buen camino.
Formación, docencia, investigación ¿por qué parecen tan alejados de la práctica de los médicos de AP?
Creo que son lejanos para todos los ámbitos. La asistencia ocupa una parte tan enorme de la vida profesional que queda muy poquito para la docencia, la investigación y la innovación. Al final hay que recurrir a los horarios personales para desarrollar esas facetas y eso no debería ser así. Entre otras cosas porque dan valor a la asistencia, dan seguridad a los pacientes y hacen que la atención sea de más calidad. Además, nos ayudan a mejorar profesionalmente. Son las asignaturas pendientes de nuestro sistema sanitario.
¿Pero afecta en mayor medida a la Primaria?
Aquí llueve sobre mojado porque hay mucho que hacer. Pero me gustaría transmitir una idea: no creo que la Atención Primaria esté en declive o en crisis. Lo que tenemos es un sistema sanitario que está agotado en el modelo actual y su eslabón más débil es la Atención Primaria. Nadie piense que tiene solución con un nuevo modelo. Llevo 25 años debatiendo sobre la reforma de Atención Primaria y estoy un poco harta del debate. No porque no considere que haya que hacerlo, sino porque hablar de lo mismo tanto tiempo es muy aburrido y desanima a cualquiera.
La gente está desmotivada porque no ve salida a todo esto. Tenemos que reformar el sistema y hacerlo acorde a las necesidades actuales y a los mundos en los que vivimos. Insisto, es el eslabón más débil porque se invierten menos recursos, porque está más aislado, porque es más difícil organizarlo de una forma eficiente. La accesibilidad es máxima y claro, no cabe todo: si tienes accesibilidad máxima y sin barreras no puedes tener tiempo para otras cosas.
Las administraciones deberían darse cuenta de que cuando invierten en docencia, investigación e innovación están invirtiendo en asistencia, están mejorando el modelo y nos están mejorando a los profesionales. Claro, esta mejoría no se ve al año, a los dos años, solo se ve a largo plazo. Pero al final o las cosas se hacen o esto se cae, y habrá que hacerlo. Mis compañeros de Atención Primaria poco pueden hacer más allá de lo que hacen y sí que requiere un cambio urgente.
La pandemia ha demostrado la debilidad del eslabón que es la AP, pero al mismo tiempo la ha reivindicado socialmente.
Si fuéramos capaces de aprender de esta pandemia sacaríamos muchas lecciones. Desde la humildad deberíamos interiorizar todo aquello que se pueda aprender y creo que una de las cosas que se ha visto es que la Atención Primaria estaba al límite pero aún así ha aguantado. A veces se ha actuado de espaldas a la Primaria y a veces se ha desestructurado el nivel para estructurar otros sistemas alternativos. Pero a pesar de todo, ha aguantado y eso tiene su mérito. Sí que es verdad que ahora todos los profesionales están exhaustos y desanimados y eso es algo por lo que hay que luchar porque la pérdida de la ilusión es lo único que no es posible combatir con casi nada.
En el MIR de este año es la especialidad con más peso: dos de cada diez plazas van a Medicina Familiar y Comunitaria. ¿Están cambiando las tornas?
Eso no es lo que más me importa. Si he aprendido algo en estos once años es que lo importante no es tener un número maravilloso, sino tener una vocación verdadera. Tener un buen número y estar en una especialidad equivocada es un gran error, y el tener una vocación sólida es lo único que puede salvar esto.
Pero es importante tener más plazas…
Esto no se puede arreglar solamente lanzando un número alto de plazas MIR porque ¿quiénes van a ser los tutores, esos que están agotados en el centro de salud? Porque otros no hay. ¿Con qué los vamos a incentivar, cómo? Todo tiene un límite, se estira el chicle pero al final se rompe. No podemos pensar que la solución es incrementar el número de residentes. Es importante, y en Lugo lo hacemos ofertando el número máximo de plazas posibles, pero para tener residentes hay que tener tutores. Además de ofertar plazas MIR hay que hacer más cosas y es poner la docencia encima de la mesa y darle el valor que tiene, porque un sistema sanitario sin docencia no es nada, no tiene futuro.
¿En qué situación ve la lucha contra la pandemia en Galicia?
Creo que dentro de todo hemos tenido una gran suerte porque la afectación que hemos sufrido no es comparable a la de algunas otras autonomías. Eso nos ha dado tiempo para reorganizarnos estructural y organizativamente. Dentro de lo que es esta situación en la que tantas pérdidas ha habido de pacientes y de profesionales que se contagiaron en la primera línea, estamos en una situación bastante mejor que otras zonas y quizás la dispersión también nos ha favorecido. Tendremos que aprovechar todo esto para aprender y organizarnos. Al final esto ha sido una prueba de fuego. Hemos de tener un sistema sanitario lo suficientemente flexible y adaptativo para dar respuesta a todo eso.
Los avances que hay ahora en la vacunación, ¿implica un riesgo de relajación por parte de la ciudadanía?
A la vez que con una mano vacunamos, con la otra tenemos que combatir ese exceso de confianza, por aquello de que los que se ahogan son los buenos nadadores, no vayamos a caer en ese error. Pero aun así también tenemos que darnos cuenta de que la población está cansada de medidas restrictivas y es difícil luchar contra todo eso. La vacunación es una parte muy importante y nos va a ayudar a estabilizarnos un poco. Pero el cuidado, la precaución, la distancia social, el lavado de manos, la mascarilla... todo esto va a seguir formando parte de nuestro entorno. Otra cosa que a veces, incluso por pudor, no decimos que los humanos somos seres de relación social, y además los gallegos somos tremendamente afectuosos. Creo que la falta de abrazos, de besos, de achuchones, también es algo que emocionalmente sufrimos. Tenemos que trabajar emocionalmente con la soledad que trae esta pandemia, con el aislamiento.
¿Qué porcentaje de pacientes que han sufrido COVID podrían estar padeciendo sintomatología de larga duración?
Es como un gran iceberg en cuya base se encuentran estos pacientes que ni siquiera estuvieron muy graves en su fase aguda, pero que después siguen manteniendo meses y meses su sintomatología. No hay registros que avalen los números de afectados, pero las estimaciones nos dicen que son entre un 10-15 por ciento de los afectados. Si vamos por 3,5 millones de contagiados -y no contamos ahí a los asintomáticos- fácilmente podemos estar acercándonos a medio millón de personas en España que tienen entre uno o muchos síntomas persistentes. Son jóvenes, en etapas activas de la vida laboral y de la vida familiar y que se encuentran mal día tras día.
¿Hay un perfil definido de estos pacientes?
Son personas jóvenes con una media de edad de cuarenta y pocos años. El cincuenta por ciento están entre 36 y 50 años. La mayoría son mujeres, hasta el 79-80 por ciento, y la mayoría no tienen otras comorbilidades, otras patologías previas.
Y dentro del amplio abanico de síntomas posibles, ¿qué es lo más habitual?
Los síntomas más frecuentes en todas las encuestas son una astenia intensa, que muchas veces les impide levantarse de la cama y que la sufren el 95 por ciento de los afectados; además, la cefalea, los déficit de atención, los déficit de memoria, disnea, fatiga, tos, dispepsia, diarreas, síntomas digestivos... Pero sobre todo la astenia, el déficit de atención y el déficit de memoria son cuestiones que condicionan muchísimo, porque retornar a la vida laboral resulta muy difícil.
La SEMG y otras 27 sociedades científicas y colectivos de pacientes de toda España colaboran en un proyecto para la atención a los afectados por COVID persistente. Una de sus metas es la elaboración de una guía clínica consensuada. ¿Cuál es su finalidad?
Homogeneizar la atención que prestamos a los afectados. Porque cuando estamos en situaciones como estas, donde la evidencia es poca, donde no sabemos cuál es la etiología sino que tenemos hipótesis y no hay tratamientos específicos, resulta muy difícil prestar una asistencia adecuada a las necesidades del paciente.
El principal objetivo de la guía es mejorar la atención a los pacientes y dotar de herramientas al profesional que le ayuden a una toma de decisiones lo más adaptada al nivel de evidencia disponible y además lo más homogénea posible. De modo que no tratemos a estos pacientes por cada uno de sus 200 síntomas, sino como una globalidad. Porque si no, correremos el riesgo de que los pacientes pasen por cada uno de los "ólogos": el neurólogo por la cefalea, el cardiólogo por el síncope, el digestivo por la diarrea... Se van haciendo pruebas y pruebas cuyo objetivo global no está muy claro.
Por otra parte, ellos mismos como colectivo manifiestan que se encuentran estigmatizados porque, desestimando toda la atención, se les dice que ya se les pasará, que están nerviosos, ansiosos o deprimidos. El blanco y el negro no son los colores más adecuados, sino que hay mil gamas de grises y lo que hay que buscar es darles esa mayor atención.
¿Cuándo verá la luz esta guía?
La versión global con las aportaciones de todas las sociedades la estamos mandando en este mismo momento desde la Secretaría de la SEMG. Esperamos para la semana que viene empezar a presentarla, teniendo en cuenta que es un documento vivo y dinámico, porque la falta de evidencias suficientes hará que se tengan que reconsiderar las situaciones y deseamos que aparezcan más evidencias que nos permitan mejorar la atención. Pero por lo menos da un punto de partida de ayuda profesional y de mejora de la atención al paciente.
Obligatoriamente ha de ser un documento vivo, dada la falta de evidencia…
Siempre digo que esto es bueno porque nos vuelve a acostumbrar a que el aprendizaje tiene que ser algo continuo en nuestra vida. Lo de hoy nunca es como lo de ayer ni va a ser como lo de mañana, hay que seguir aprendiendo eternamente.
Uno de los proyectos más ilusionantes de nuestra asociación es Asomega Muller. ¿Ha sentido como mujer mayores dificultades para alcanzar sus metas a lo largo de su carrera?
Si dijera que no sería mentira pero si dijera que sí a lo mejor tampoco era del todo verdad. Estamos en un mundo donde hacer determinadas cosas es más difícil, sobre todo el rol de la mujer en la familia es diferencial al del hombre y conlleva unas connotaciones y unas decisiones determinadas. Cuando tienes que elegir entre las cosas la elección siempre es bastante clara hacia dónde se va. Sí que es verdad que en determinados niveles esta sociedad todavía no entiende bien lo que es la igualdad, que tiene que ser una igualdad de oportunidades.
Yo digo siempre en broma que no quiero ser igual a los hombres y no quiero tener el 50 por ciento, porque a lo mejor me merezco el 80. Reclamo por tanto igualdad de oportunidades y después sí que el resultado dependerá de a lo que llegues. Deberíamos favorecer que el ser humano, sea lo que sea, esté en igualdad de oportunidades da igual que sea hombre o mujer, es una persona y tiene que ser la más adecuada para los puestos y los trabajos que se realicen. No quiero discriminación positiva, pero tampoco la quiero negativa. Quiero que cuando me toque el 30 sea el 30 y cuando me toque el 80 por ciento sea el 80 por ciento, ¿por qué me tengo que quedar en el 50?
Asomega está inmersa en una fase de cambios y de proyectos ambiciosos e ilusionantes como Academia Asomega, el plan Impulso Vinteún, la creación de la red de aulas por el mundo…¿Cómo valora todas estas iniciativas?
Hay que innovar para mejorar, lo peor es quedarnos estáticos, acomodarnos. Cualquier cosa que nos mueva la silla es bienvenida. Me parecen iniciativas todas muy alentadoras, que pretenden movernos la silla a todos. Del movimiento es de donde surgen las cosas y a mí me gusta el bullir de ideas, el sumar esfuerzos. Estoy plenamente convencida de que juntos sumamos y solos no somos nada. Pese a la dificultad que a veces tiene el ser humano en estos momentos que vivimos para asociarse y agruparse. Sí que estoy convencida de que cuando hay gente que pone el banderín en un camino, otros se suman cuando lo ven claro.
El presidente habló en la Junta Directiva del otro día de la próxima edición del Encontro Mundial de Médicos Galegos. ¿Qué balance hace del primero, en el que participó activamente y qué espera del que se celebrará con toda probabilidad en 2022?
Aquella experiencia fue para mí muy sorprendente, primero porque es muy difícil conseguir que todos nosotros salgamos de nuestro entorno por un objetivo que podamos compartir con los demás. Establecer un punto de encuentro siempre es una magnífica idea. El pueblo gallego es emigrante, está muy disperso y eso en sí mismo ya enriquece porque los gallegos estamos siempre dispuestos a sumar esfuerzos y el Encontro lo puso de manifiesto.
Lo más difícil que consiguió el Encontro fue dar con un punto de encuentro donde el especialista más especializado era capaz de compartir el interés por lo suyo con el resto que solo conocemos de ese área lo más superficial. Fue para mí uno de los mayores éxitos de la cita. Ese debe ser el camino porque todos tenemos cosas en común y a todos nos enriquece saber qué está haciendo el otro.
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