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"El carácter gallego casa bien con la vocación de servicio y compromiso que exige la sanidad"

La 23ª Insignia de Oro de Asomega tiene un destinatario cuya dilatada experiencia, acreditada trayectoria de servicio público y desempeño intelectual no dejan lugar a dudas sobre la idoneidad de su elección. José Ramón Ónega, que en los últimos años ha sido delegado de la Xunta en Madrid y director de la Casa de Galicia en la capital, nos habla en esta entrevista sobre su experiencia como embajador gallego en Madrid ("el mejor que podíamos tener", según Núñez Feijóo), de su concepto de la galleguidade y de su relación con Asomega.

José Ramón Ónega en la Casa de Galicia.

Como director de la Casa de Galicia en Madrid en los últimos once años ha sido testigo de la evolución del asociacionismo gallego en la capital. ¿En qué punto cree que se encuentra? ¿Se puede considerar Madrid uno de los centros de la galleguidad mundial?
El asociacionismo gallego en Madrid goza de buena salud, por usar una alusión médica. Tanto la capital como las poblaciones adyacentes cuentan con agrupaciones y centros gallegos que impulsan muy positivamente los valores de Galicia.

Madrid es uno de los centros de galleguidad mundial y tanto la capital como las poblaciones adyacentes cuentan con agrupaciones gallegas que ejercen una labor de sólida expresión cultural y social. La crisis actual merma la gestión, pero el esfuerzo asociativo mantiene niveles muy positivos.

Cabe destacar la labor llevada a cabo por organizaciones y centros gallegos que impulsan muy positivamente la imagen de Galicia y los intereses de los gallegos. La Asociación de Médicos Gallegos, la Orden de la Vieira, el Centro Gallego, la asociación de Gallegos de Alcobendas y varios más, ejercen una labor muy destacada en el orden cultural, social y, en ocasiones, económico. Priman las actividades culturales, pero no se descuida el factor social y asistencial. Madrid es, en efecto, centro de galleguidad mundial.

Usted es jurista, pero conoce bien la pujanza de la profesión médica gallega en la capital de España, con facultativos procedentes de Galicia en todos los grandes hospitales de Madrid y una presencia visible y destacada. ¿Cree que el carácter gallego “casa” bien con la vocación de servicio y compromiso que exige lo sanitario?
El carácter gallego destaca por poseer valores socioculturales de especial significación humana y entre ellos están la vocación de servicio y el comportamiento humano que exige lo sanitario.

Los médicos gallegos que ejercen en Madrid son muy valorados apreciándose especialmente su alta capacidad de servicio y sus especiales dotes de amabilidad y trato humanitario. Tengo referencias abundantes de estos valores profesionales y humanos. El carácter gallego casa muy bien con la vocación de servicio y compromiso que exige la actividad sanitaria y los médicos gallegos las tienen suficientemente acreditadas. Su prestigio es muy valorado positivamente.

¿Cómo definiría la galleguidad?
Es una forma de ser. Una herencia del pasado y una fuerza del presente. Es una parcela rica en matices humanos. Ser gallego es un destino. Todos los pueblos tienen sus características singulares que aprecian y valoran como distintivo frente a los demás. Pero los gallegos poseemos una herencia sólida asentada en virtudes humanas y creencias firmes. La herencia recibida abarca aspectos raciales, sociales y culturales muy definidos.

Asomega nació en Madrid pero su vocación es aglutinar a todos los médicos gallegos que ejercen en cualquier parte del mundo. ¿Nos “pasamos” de ambiciosos?
La medicina es ciencia universal nacida para ayudar al hombre, para curar sus dolencias y flaquezas físicas y psicológicas. Los médicos nunca se “pasarán” de ambiciosos porque su labor, su vocación y esfuerzo conducen a llevar la felicidad al hombre. Combatir el dolor, las carencias que le rodean no es ambición sino vocación de servir, voluntad de curar y combatir la enfermedad y las carencias.

Buena parte de su vida se ha desarrollado, por motivos profesionales, fuera de Galicia. ¿Cómo ha vivido su particular diáspora? ¿Mantiene allí casa a la que ha vuelto con regularidad, amistades permanentes, etc.?
Mantengo casa en mi pueblo a la que voy todos los veranos.

Como funcionario del Estado he servido distintos destinos. El que más me marcó fue la etapa de Gobernador Civil de Zamora y de Vizcaya. En el País Vasco contemplé la muerte absurda de ciudadanos inocentes y policías heroicos, inmolados en aras de ideas extremistas y credos equivocados. Hablando de medicina, cabría pedir el tratamiento médico de asesinos y cómplices. Dijo Ernest Hemingway que “conocer a un hombre y saber lo que tiene en la cabeza son asuntos distintos”. Y Samuel Johnson escribió que “se puede tomar como compañera a la fantasía, pero se debe tener como guía a la razón”.

Todos los años acudo a la llamada de la tierra en disfrute de vacaciones. Para mí el mes de agosto es parada y fonda, en que revivo los años de mi niñez y juventud. Mi hermano Fernando, periodista de reconocido prestigio, y yo, recargamos pilas y mantenemos la herencia de nuestros padres. Mosterio, en Lugo, es un oasis de felicidad. Además mi esposa, también gallega, catedrática de Física y Química, participa de los mismos sentimientos que procuramos inculcar a nuestros hijos y nietos. Retornar a nuestro pueblo es gozo extremo, placer de cadencias inenarrables. Mis paisanos lo saben y por ello nos han honrado con el hermoso regalo de nombrarnos Hijos Predilectos.

Vuelvo allí siempre que puedo. Mantengo casa en Mosteiro-Pol (Lugo) y propiedades heredadas de mis padres. Mi hermano y yo compartimos con gozo este legado paterno. Es una terapia, una voluntad firme y un deseo irrenunciable. Los gallegos, sin excepción, retornamos siempre al solar donde nacimos. El regreso, tanto como un sentimiento, es una necesidad, una vocación; además, como estudié la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago, mantengo amigos y compañeros excelentes, con los que evoco el sagrado tiempo universitario.

¿Qué balance hace de sus años como Delegado de la Xunta de Galicia y Director de la Casa de Galicia? ¿Cuáles han sido los peores y los mejores momentos de estos once años?
Estos once años han sido los mejores de mi vida. Lo valoro más todavía, si cabe, por la etapa vivida como Gobernador Civil de Vizcaya que fue intensa y solemne, pero también trágica. En Zamora tuve ocasión de establecer contactos muy intensos con mis colegas portugueses, en una interpretación de la hermandad de lengua y cercanía con nuestros vecinos. En Vizcaya viví la tragedia de los asesinados por ETA, un drama que nunca olvidaré. Así que, como Delegado de la Xunta de Galicia y Director de la Casa de Galicia en Madrid, la acción desplegada en esta Casa me parece un paisaje cultural y humano de matices muy positivos y relevantes.

José Ramón Ónega en uno de tantos actos de Asomega celebrados en la Casa de Galicia.

 

En la Casa de Galicia trato de implantar y difundir los valores de Galicia y expandir nuestra cultura. Como Delegado de la Xunta mantengo contactos con gran parte de las Embajadas acreditadas en nuestro país. Entre otras, con las de Rusia, EEUU, Alemania, varios de Países Árabes y bastantes de Sudamérica. En el área cultural, campo al que presto especial atención, desarrollo con mis colaboradores una labor de intercambio especialmente con países sudamericanos. Pero la labor de más trascendencia ha sido, sin duda, abrir la Casa de Galicia a las instituciones gallegas radicadas en Madrid: Centros Gallegos, casas regionales y asociaciones profesionales. Aquí tienen su sede y espacio para sus reuniones empresarios, entidades culturales y demás asociaciones.

La labor cultural abarca una parte muy importante de la actividad desarrollada en la Casa, facilitando espacio y medios al sector creativo y artístico. Cientos de exposiciones, ciclos de conferencias y una parte muy destacada de actos de todo tipo ofertan una elevada cantidad de eventos, juntamente con la Oficina de Turismo cuya demanda es muy elevada. Más de 150 actos al año, de carácter cultural y un número importante de otros eventos, avalan la intensa actividad de la Casa de Galicia/Delegación de la Xunta en Madrid. Momentos peores, afortunadamente, he tenido pocos.

¿Confía en que pronto se pueda recuperar una cierta normalidad en la vida de la Casa de Galicia, tan alterada a causa de la pandemia?
Espero que así sea. Es triste la suspensión y aplazamiento de muchos actos por la pandemia y muy necesario continuar la labor encomendada. Hay que confiar que la vacuna que se anuncia como remedio para combatir el COVID, tenga resultados positivos. En este sentido, creo que tienen mucho que decir y hacer los médicos gallegos, cuya eminencia y probada profesionalidad, aportarán, sin duda, remedios y soluciones para mitigar esta tragedia mundial.

Era un compromiso pendiente desde hace tiempo concederle la Insignia de Oro de Asomega por su ayuda y cercanía. ¿Cómo describiría José Ramón Ónega su relación con nuestra entidad?
Deseo expresar mi agradecimiento más sincero al presidente de Asomega, Dr. Julio Ancochea y a su Junta Directiva de la Asociación de Médicos Gallegos en Madrid por concederme esta importante distinción, y que mucho valoro. En esta Delegación de la Xunta en Madrid tienen su casa para cuanto puedan precisar y demandar. Esta Insignia de Oro que se me concede quedará como ejemplo de amistad y reconocimiento. Al ser concedida por una asociación de tanto prestigio como Asomega, tiene para mí un valor excepcional. En la persona de su presidente, Dr. Julio Ancochea, y miembros directivos, deseo resumir un sólido reconocimiento de amistad y afecto, y la expresión de colaboración mutua y amistad permanente. La relación con Asomega no sólo es una prueba de amistad sino de ayuda y cercanía. Muy agradecido por todo ello.

Un buen ejemplo de la constante colaboración de la Casa de Galicia con Asomega; acogió el acto de celebración del XXV Aniversario de la entidad. En la foto el presidente de honor, Aniceto Charro; Francisco J. Ruza, ex presidente de Asomega; José Ramón Ónega; Ana Fernández-Teijeiro, miembro de la Junta Directiva de Asomega; Rafael López, oncólogo encargado de pronunciar la conferencia aquella tarde; y Julio Ancochea, presidente de Asomega.

Iñaki Moreno

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