Padre de dos chicos de tres y once años "que falan galego" y casado con una gallega, Albert Foo, médico de origen venezolano, ha enraizado en su tierra de adopción de tal forma que hasta afirma sentir morriña en cuanto sale de aquí. En ello influye sin duda también la ilusión con la que afronta su trabajo, en buena parte por la naturalidad con que se ha sentido aceptado e incluido. Apasionado por el medio rural, siente que es lo más cercano al ejercicio primigenio de la Medicina, y se desvive por encontrar la mejor de manera de transmitir a los jóvenes que aquí se puede ejercer la asistencia, la docencia y la investigación de forma plena, pero con una peculiaridad diferenciadora: el trato con el paciente no es comparable al que se logra en otros ámbitos.
Albert Keith Foo ha sido el ganador de la segunda edición de la Beca de Medicina Rural Asomega-SEMG patrocinada por Menarini con el proyecto que ha desarrollado en su Centro de Salud de Laza (Ourense): "Creación de un aula de formación en ecografía clínica para residentes y médicos de familia en el ámbito rural". En esta entrevista nos habla de ello y de sus inquietudes respecto al ejercicio de la Medicina en el ámbito rural.
El proyecto con el que ha obtenido la beca consiste en la puesta en marcha de un aula piloto para la formación en ecografía clínica (ya operativa). Para alguien ajeno al entorno de la Medicina Familiar rural, ¿por qué hace falta esta formación, no viene ya de suyo en la formación del médico?
La formación en ecografía clínica ya se da en las facultades de Medicina, pero es reciente. Se trata de una herramienta diagnóstica fundamental sobre todo para el complemento del examen físico del paciente. Este proyecto formativo surge del Centro de Salud de Allariz, del trabajo del doctor Solla y el doctor Devesa, referentes de la Medicina de Familia de este país y específicamente de Galicia, que son los maestros en la ecografía clínica en Atención Primaria. A partir de esa experiencia decidí crear este aula piloto en mi centro de salud rural, el de Laza (Orense). Se dio la voluntad por parte de todos para que saliera adelante este proyecto.
Ya tienen candidatos para formarse en lo que resta de año, por tanto la recepción del proyecto ha sido muy positiva. ¿Hay mucha demanda formativa por parte del médico rural?
El residente quiere ir al entorno rural porque ve que es un trabajo de Medicina de Familia distinto al que se hace en los centros urbanos. Además, la ecografía clínica siempre ha exigido un plus formativo y hay pocas aulas a nivel español que den un programa tan completo como el nuestro y con la experiencia que tenemos. Ya hemos tenido a nuestra primera residente, que viene de Lugo, y estamos recibiendo solicitudes de toda Galicia y del resto de España. En el caso del centro de Allariz ya tienen cupo completo hasta finales del año que viene, y yo estoy llenando hasta el próximo marzo.
Porque el proyecto, más allá de la formación en ecografía clínica, va de la inclusión de las nuevas tecnologías en los entornos rurales. A pesar de que estemos en un entorno rural podemos garantizar la formación continuada, la docencia y explicar a esos jóvenes médicos que aquí se puede contar con los recursos necesarios para hacer buena medicina.
Para lanzar un proyecto así, ¿cuánto hay de iniciativa personal, de apoyo de las autoridades locales y de respaldo económico y material de las autoridades sanitarias? Porque no es una cuestión de "quijotes" sino que la iniciativa ha de ser fruto de un trabajo en equipo...
Este proyecto necesita apoyo por parte de las instituciones sanitarias, por supuesto. Tuve la suerte y la ventaja de encontrar en mi centro de salud un equipo de gama alta aportado por el sistema sanitario. Pero no se trata solo de colocar los ecógrafos —ahora viene un plan de instalación de ecógrafos en AP—, la clave está en la formación del personal para que ese material no sea infrautilizado. Se necesita voluntad de los entes públicos para disponer del equipamiento más costoso y para formar en su uso adecuado. Tenemos ayuda también de los ayuntamientos y concellos -la medicina rural va muy de su mano-, que nos aportan ayudan en cuestión de logística y organización. Con el equipamiento y la formación que teníamos y los ensayos con Allariz se sabía de la factibilidad y la proyección del proyecto.
¿Pueden servir estos proyectos para atraer y fidelizar a médicos jóvenes hacia el rural?
Este tipo de proyectos y de premios permite visibilizar el entorno rural. Lo que más nos preocupa como médicos de familia jóvenes es vernos abandonados en el entorno rural y que te anquiloses como profesional médico. Esto ha sido una reivindicación de que en los entornos rurales te puedes preparar, puedes contar con los instrumentos necesarios, observando que esta población rural está aún más necesitada porque mis centros comarcales de referencia están a 30-45 minutos. Es factible ofrecer una atención médica de calidad en un entorno rural donde la población está mayormente envejecida, se pueden dar facilidades de acceso y atención de calidad.
La fidelización del médico joven no es una cuestión meramente económica, también es una situación formativa. Lo atractivo no lo hace solo lo económico, sino contar con los medios necesarios para un ejercicio rural de calidad y de sentir que estás en una formación continua. Eso es lo que queremos lograr con este tipo de proyectos.
¿Por qué es diferente el ejercicio de la Medicina en el entorno rural?
Hay que hacer saber a los jóvenes MIR que el ejercicio rural no es el mismo. El médico rural es polivalente, vemos al paciente de forma longitudinal, también en su aspecto comunitario, familiar, en su contexto clínico. Pero es importante la inclusión en ese esquema de trabajo de las nuevas tecnologías, no nos podemos quedar atrás. Somos los médicos que tenemos que saber de todo y ser resolutivos porque el paciente confía en nosotros. No solo en lo médico y clínico, también desde el punto de vista social, nos consultan hasta su problema familiares, hasta sus problemas económicos porque necesitan a alguien con quien hablar. Es otro ejercicio de la Medicina. Es la esencia de la Medicina Comunitaria y de Familia que todavía se mantiene en los entornos rurales.
El eslabón entre médico y paciente nunca lo he sentido en otro tipo de centros como en los de medicina rural. Es una conexión con el paciente y su familia que no es comparable con el ejercicio médico urbano. Se trabaja en otro tipo de condiciones.
El proyecto versa sobre ecografía clínica. ¿En qué otras áreas podría plantearse una incorporación de nuevas técnicas y tecnologías al ámbito de la Atención Primaria y, en concreto, de la rural?
Para el médico de Familia siempre va a ser gratificante ofrecer la mayor cantidad de competencias y servicios posibles. La ecografía clínica es una, pero hay otras áreas como la dermatoscopia por ejemplo, o la cirugía menor, con un equipamiento en ambas áreas que son armas diagnósticas muy resolutivas. Y también la inclusión de la teleconsulta, con un eslabón digital con los centros hospitalarios de referencia, sobre todo por las largas listas de espera y la alta demanda que tenemos de consultas de especializada. Podemos resolver directamente con especialistas a través de teleconsulta o hasta videollamada. Son inclusiones de nuevas tecnologías que tienen que ir adaptándose a los medios y a los tiempos, basándonos en los métodos científicos, en la evidencia y en las capacidades técnicas tanto del médico rural como del especializado. Es una herramienta motivacional para otras áreas de especialización.
Un aspecto importante es la posibilidad de incluir la telemedicina en nuestras interconsultas, por ejemplo para resolver una duda cardiológica o dermatológica. Por esta vía podemos enviar datos clínicos para la valoración de un especialista con una rápida resolución y evitando desplazamientos del paciente. La interacción en dinámico del médico de AP con el especialista siempre es una ventaja, no lo veo muy lejos de nuestro ejercicio profesional.
¿Volvería a ejercer en el medio urbano?
Me siento encantado y fascinado del entorno rural. Tuve la oportunidad de trabajar en lo urbano, pero nada como la Medicina rural. Invito a la gente a formar parte de los centros rurales porque es otro tipo de ejercicio médico. No subestimo el ejercicio en lo urbano, pero para mí tiene la esencia primordial del médico de cabecera, del médico de acompañamiento de todas las etapas importantes de nuestra vida. Por ahora, el rural me proporciona la satisfacción por la que me hice médico. Creo que puedo decir que no volveré, al menos por el momento no. Como dice el doctor Solla no somos médicos rurales, somos médicos rústicos.
El presidente de Asomega, Julio Ancochea, defiende que hay que ser médico militante, creyente y practicante. ¿En Medicina de Familia, y encima rural, hay otra forma de planteárselo?
En el rural no cabe otra forma de ser médico. Llega un momento en el que te apasionas, te entusiasmas con el ejercicio médico y la comunidad te absorbe tanto que terminas siendo parte de ella. Lloras con ellos, te ríes con ellos, sientes satisfacciones con ellos... Quieras o no te haces parte del pueblo porque para los pacientes la figura del médico es sumamente importante y el respeto por el médico se mantiene. Y sobre todo la confianza. Al mismo tiempo sientes una gran responsabilidad porque muchas veces no quieren que les vea nadie más. Llegan al punto de ir al especialista y luego corroboran su diagnóstico contigo: ¿tengo que someterme a esa intervención, está bien el cambio de medicación? Somos al que ven todos los días y esa confianza no la tienen con ningún otro.
Cuando he faltado por formación o por libranzas ese día al centro de salud van los pacientes para lo estrictamente necesario. Si no estoy dicen que ya vienen otro día, que quieren ver a su médico. Es gratificante pero te sientes más comprometido, de manera que uno acaba buscando todas las herramientas a su alcance para solucionar los problemas.
Algo que también se nota en el rural es que cuando pasa tiempo y empiezas a protocolizar, a hacer programas en salud, a hacer controles del paciente diabético, del paciente hipertenso, empiezas a ver de cierta forma cómo el entorno empieza a mejorar. Sobre todo que eso recae en que disminuyen las urgencias hospitalarias y a los puestos de atención continuada porque los pacientes tienen un buen control. Eso se logra estableciendo con grupos de trabajo. Además yo lo prefiero, aunque haya que forzar la agenda, es preferible para mí verlo yo a que lo atienda un compañero que no lo conoce.
Para eso es imprescindible que el médico de Atención Primaria tenga estabilidad.
Importantísima la continuidad del profesional médico en el ejercicio rural. Al final llegas a conocer a todos, sabes si están mal solo al verlos entrar por la puerta: cuándo Manolo está mal, cuándo Paco está descompensado de su EPOC o cuándo José no está tomando la medicación de forma correcta. Esa esencia de ejercicio es lo que quiero difundir a los médicos de familia jóvenes. Ahí logramos vincular al médico joven en los entornos rurales. Lo que hemos visto con las plazas MIR es una falta de marketing, publicidad, formación, hay que mostrar cómo se trabaja y transmitir que puedes contar con los recursos necesarios para hacer un ejercicio profesional de calidad.
¿Qué ha supuesto la concesión de la II Beca de Medicina Rural de Asomega-SEMG para el proyecto?
Ha sido una felicidad para todo el grupo de trabajo, sobre todo para mis maestros, los doctores Solla y Devesa. Son prácticamente fundadores de la ecografía clínica en AP y han sido pilares fundamentales en sembrar esa semilla del ejercicio de la Medicina de Familia aumentando nuestras competencias. Supone una felicidad, un compromiso y una motivación. Y una prueba de que, bien organizados y planificados, podemos hacer que estos proyectos sean beneficiosos para nuestra comunidad y para otras. Nos ha venido fenomenal y la acogida ha sido tremenda. Además nos ha dado un subidón para seguir investigando, porque en el rural también se puede hacer investigación, y muy buena porque son entornos cerrados, lo que permite hacer trabajos con un importante valor científico.