El pasado 21 de junio se cumplieron 123 años de su nacimiento y en mayo, 90 de la presentación por su parte del primer plan de estudios de Enfermería en España. Médico, especializado en Salud Pública, José Pérez Mel fue una eminencia en el ámbito de la bacteriología, pionero en la prevención de las enfermedades infecciosas, transformó la organización y atención sanitaria en sus diferentes destinos. El Dr. Pérez Mel merece ser reconocido como una de las figuras más destacadas de la sanidad española a lo largo del siglo XX, y su nombre debe de unirse al de otros eminentes clínicos e investigadores de nuestro país durante el pasado siglo.
Proveniente de una familia de tradición médica que llega a nuestros días e iniciada por su tío D. Nicanor Mel y Mel, José Pérez Mel nació en Vilaúde, en el Alfoz del Castro de Oro (San Pedro de Mor, Lugo) en el solsticio de verano de 1901. Esa luz que auguraba el día de su nacimiento – no en vano el 21 de junio es el día con más horas de luz del año - fue una luz de talento e iniciativa que demostró a lo largo de toda su vida profesional.
Pérez Mel era primo – si bien se profesaron toda la vida la admiración y el cariño de los hermanos - del Dr. José Mel Pérez, una de las figuras médicas más relevantes de la primera mitad del siglo XX en la provincia de Lugo, un clínico que a juicio de sus compañeros “causaría verdadera impresión en la medicina actual” y que desarrolló una extraordinaria labor humana y clínica de profunda huella en todos sus destinos.
El Dr. Mel, cuatro años mayor que su primo Pérez Mel, era además un hombre altamente comprometido social, cultural y políticamente, llegó a ser responsable médico del Pósito de Pescadores en toda la cornisa cantábrica, y atendió junto al médico focense Miguel Piedra un pequeño hospital que el servicio secreto británico ayudó a montar durante la segunda guerra mundial en el chalet Villa Modesta de Foz (Lugo) , y que permitió salvar la vida de militares aliados provenientes de la zona de Ortegal, de los escapados de la represión franquista en los montes de la Mariña lucense, y extender en el norte de Lugo el tan necesario en aquel momento uso de antibióticos que como parte de la ayuda británica llegaban al citado hospitalillo.
Pérez Mel crece y se educa en un ambiente de compromiso, vocación social y excelencia académica, su primo se licenció en Medicina con la calificación de Sobresaliente, y él mismo fue el numero 1 de su promoción en la Escuela Nacional de Sanidad creada en 1924. Tras ocupar posiciones de inspección de sanidad en Segovia (1929) y Cáceres, y haber sido profesor ayudante en el Instituto Nacional de Higiene (1930) llega a Albacete en 1931. Esto, siendo número 1 de su promoción en la citada Escuela, demuestra nuevamente su compromiso para mejorar e impactar positivamente en la salud de las personas, pues sus altas calificaciones y talento le hubiesen permitido elegir cómodamente cualquier otro destino en la administración sanitaria de la época.
En Albacete Pérez Mel se encuentra una provincia con un notable retraso en temas de higiene y salud, y gracias a su visión y talento es becado por la prestigiosísima Fundación Rockefeller para desarrollar un pionero proyecto que transforma hasta hoy la organización sanitaria de la provincia y sirve de inspiración para muchas otras.
El citado proyecto, que la Fundación Rockefeller apoyó con 15.000$ de la época (equivalentes lo a más de 300.000$ actuales), incluía la creación de un centro sanitario provincial, y una red de centros de atención primaria y secundaria en lugares estratégicos, con el fin de cubrir las necesidades sanitarias y de higiene de toda la población de la provincia.
Plenamente consciente de que un sistema sanitario solo funciona bien con un personal altamente cualificado y comprometido, y consciente de que determinadas figuras esenciales en la sanidad estaban fuera de un sistema de formación y desarrollo eficiente, propone la creación de una Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras. Redacta lo que a la postre será el primer plan de estudios de Enfermería elaborado en España, desarrollando todo el detalle del citado plan a 3 años, y que incluye aspectos tan pioneros como la medicina social, la psicología o la legislación.
En una comunicación titulada “La Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras” que Pérez Mel presentó en el I Congreso Nacional de Sanidad celebrado del 6 al 12 de mayo de 1934 en Madrid, ante más de 1.500 asistentes, recalcaba la importancia que tenían estas profesionales en la sociedad para el desarrollo de la sanidad pública, apostando por la formación de enfermeras no únicamente destinadas al ámbito de la higiene -a su juicio esto era caer en el error de enfocar los problemas sociosanitarios de forma unilateral- y avanzando así en la fusión, entre otras, de la higiene rural, la higiene infantil y el manejo de la tuberculosis.
Su plan de estudios incluía que estos fueran impartidos en la parte práctica por enfermeras capacitadas, incorporando así un apartado de desarrollo profesional nuevamente pionero para la época; y en la parte teórica por médicos, dado el ambicioso y completo programa formativo que se pretendía. Se abogaba asimismo por un acceso a estos estudios desde el bachiller o con el título de maestro nacional, como forma de garantizar un nivel de instrucción inicial mínimo, y en régimen de internado como forma de acelerar el conocimiento teórico-práctico entre todas las estudiantes.
La guerra del 36 trunca el desarrollo del citado plan y Pérez Mel permanece en Albacete con la firme voluntad de ayudar en todo lo que esté en sus manos en el ámbito social y sanitario, separándose de su mujer, que regresa a Galicia durante los años que dura la guerra, y reencontrándose una vez finalizada esta.
Su excelente y detallado plan era la base de la creación de la Escuela de Enfermeras Sanitarias y de Asistencia Pública y que, por el parón de la contienda civil y sus consecuencias, no se materializó de forma firme y efectiva hasta la creación en los años 50 del pasado siglo en la figura del Ayudante Técnico Sanitario.
Transcurrida la guerra el Dr. Pérez Mel siguió contribuyendo a la transformación de la sanidad española y al avance en esta materia desde la Jefatura Provincial de Sanidad en la provincia de Lugo, donde impulsó importantes mejoras en ámbitos como la lucha contra la poliomielitis, la seguridad en las transfusiones sanguíneas, la implementación de las primeras campañas masivas de vacunación o la creación del primer hospital antituberculoso de la provincia.
Tampoco dejó de crecer en esta época su prestigio y reconocimiento como atestigua el que fuera uno de los 10 españoles seleccionados en 1958 para continuar en el Instituto del Cáncer de París los trabajos que venía realizando en el Instituto Nacional de Oncología, muestra de su indudable reputación y calidad científica.
Recientemente el Dr. Pérez Mel ha sido incluido en el Diccionario Biográfico de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla la Mancha, reconociendo así su figura como uno de los médicos que se adelantaron a su tiempo, trayendo a España una visión de la sanidad moderna, socialmente comprometida y volcada en la mejor formación posible de sus integrantes. Ojalá sea este el inicio de un más que merecido reconocimiento para alguien cuyo nombre debe unirse al de las más destacables figuras médicas del siglo XX.
Referencias
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