En la madrugada del jueves 24 de febrero, la Federación Rusa inició la invasión militar de Ucrania, bombardeando de forma injustificada el Donbás así como diferentes infraestructuras militares, aeropuertos, aeródromos y otras instalaciones en las principales ciudades del país. La consecuencia inmediata es el horror y el desplazamiento de miles de afectados que ven su vida truncada de raíz.
La magnitud de los problemas globales nos desborda a todos, nos empequeñece y abruma hasta el punto de paralizarnos y hacernos sentir impotentes. Pero su dimensión se hace más asumible cuando ponemos cara, ojos y cuerpo a quienes soportan esas situaciones en su vida diaria. Según ACNUR, antes de los primeros bombardeos ya había 854.000 personas desplazadas en el país y se estimaba que, tras casi ocho años de conflicto, 2,9 millones de personas necesitarían asistencia humanitaria en 2022, el 55% de las cuales viven en las zonas no controladas por el Gobierno de Ucrania.
Para hacer frente a este reto, la Agencia de Naciones Unidad para el Refugiado lleva tiempo trabajando con los gobiernos de los países vecinos, pidiendo que mantengan las fronteras abiertas para aquellas personas que buscan seguridad y protección. Con el fin de contar con recursos suficientes para atender a estos desplazados, ACNUR ha iniciado una campaña de captación de fondos con los que hacer frente a esta emergencia.
La Asociación de Médicos Gallegos, desde su modestia, se suma a esta campaña con una donación de fondos y, sobre todo, con un rotundo "No a la guerra" y el apoyo solidario a cuantas acciones se pongan en marcha para garantizar la paz y el entendimiento entre las naciones.