Un trasplante cardiaco supone, en sentido estricto, una situación grave que requiere de decisiones firmes, ágiles y decididas. Máxime si hablamos de candidatos que requieren soporte con dispositivos de asistencia circulatoria mecánica de corta duración. ¿Cómo se toman esas decisiones tan trascendentales, qué criterios determinan a quién se debe priorizar?
Un estudio coordinado por la unidad de Insuficiencia Cardíaca Avanzada y Trasplante Cardíaco del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) arroja luz al respecto. Para ello, ha hecho seguimiento durante 11 años, del 2010 al 2020, a la evolución de 1.036 pacientes incluidos en lista de espera urgente para trasplante de corazón en los 16 hospitales españoles que realizan esta intervención y con los que ya se aplicaba un sistema de priorización urgente de candidatos específico de España.
Los resultados, publicados en Journal of Heart and Lung Transplantation, sugieren que esta estrategia conlleva unos resultados clínicos aceptables en términos de supervivencia, teniendo en cuenta la extrema gravedad de los pacientes subsidiarios de la misma, así como la ausencia de otras alternativas terapéuticas eficaces.
Para el estudio se recogieron de forma retrospectiva más de 500 variables clínicas de esos 1.036 pacientes que se incluyeron en lista de espera para un primer trasplante cardiaco con prioridad urgente en los centros participantes mientras recibían asistencia circulatoria con un dispositivo mecánico de corta duración como balón de contrapulsación, asistencia ventricular percutánea, asistencia ventricular extracorpórea de inserción quirúrgica u oxigenación con membrana extracorpórea venoarterial (ECMO).
El cardiólogo del CHUAC e investigador principal Eduardo Barge explica que “durante el período 2010-2020, los cambios en el protocolo español de asignación de órganos conllevaron un aumento significativo de la tasa de trasplante cardiaco y una reducción significativa de la mortalidad en lista de espera en candidatos atendidos con soporte mecánico circulatorio temporal”.
Por su parte Marisa Crespo Leiro, jefa de la Sección de Insuficiencia Cardíaca del CHUAC y del grupo del CIBERCV, investigadora también en este trabajo, asegura que “globalmente, el 84,5% de los pacientes incluidos en lista de espera urgente fueron trasplantados, mientras que el 13,9% de ellos fallecieron sin haber recibido un órgano”. En el estudio se observó una tendencia temporal significativa hacia un incremento de la tasa de trasplante y una reducción de la mortalidad sin haber recibido un órgano en las eras más recientes. “La mediana de tiempo de espera hasta el trasplante para los pacientes en el mayor nivel de prioridad, denominado urgencia 0, se mantuvo en torno a los 6 días durante todo el periodo analizado”, añade la investigadora, que participó en la primera edición de la Feira da Saúde que organizó Asomega en Santiago.
Según el estudio, la supervivencia global a un año del trasplante cardiaco fue del 75,7%, con una tendencia temporal hacia una mejor supervivencia en tiempos más recientes exceptuando el año 2020, en el que la pandemia de COVID condicionó el funcionamiento y los resultados clínicos de estos programas.
New Heart busca mejorar los indicadores de salud cardiovascular y transformar el modelo asistencial a…
Los colegios de médicos de Galicia superan ya los 120 años y con ese motivo…
Julio Ancochea, presidente de Asomega, pregunta al conselleiro de Sanidade sobre el reto de ejercer…
El lugar de celebración será el propio Centro Gallego de Madrid, en un acto que…
El presidente de Asomega, Julio Ancochea, recoge por cuarta vez el reconocimiento al servicio de…