Ciencia al día

"Es imposible separar la salud oral de la salud general, están íntimamente ligadas"

De padre gallego, oriundo del Vilaboa de Pontevedra, estas dos hermanas odontólogas comparten clínica en Madrid y una activa participación en la empresa BioCosmetics, con la que han desarrollado la línea de productos de higiene bucal Yotuel que distribuye CantabriaLabs. Aunque del catálogo de aspectos en común que hay entre Débora y Beatriz Vilaboa lo que más llama la atención es su pasión compartida por la salud en general, la odontología en particular y la investigación.

Muestra de ello es su entusiasmo para hacer entender a su interlocutor el alcance de las últimas investigaciones sobre el microbioma oral, las posibilidades de actuación que la ciencia nos ha abierto en relativamente poco tiempo o los avances en salud oral que tan decisivamente influyen en la salud general. De todo ello hablan en esta entrevista.

Beatriz y Débora Vilaboa.

¿Cómo creen que ha avanzado la consideración de la higiene bucal entre la población? ¿Nos cuidamos más y, sobre todo, mejor?
Beatriz Vilaboa. Categóricamente sí. Ahora es excepcional ver a pacientes con aquel nivel de abandono que veíamos hace años, sobre todo en zonas rurales. Hace años trabajábamos para la OMS y hacíamos estudios epidemiológicos en los que veíamos un nivel de abandono muy grande, una falta de cultura que hoy no se da.

Hoy España dispone de una red de dentistas magnífica. La oferta de productos de higiene oral y de farmacia es extraordinaria y todo el mundo tiene acceso a un dentista, a alguien que le aconseje en este sentido. 

¿Hasta qué punto influye la salud oral en la salud general?
B.V. La salud oral y la salud general están vinculadísimas, es imposible separarlas. De hecho, la investigación de los últimos años viene a confirmar que una buena salud oral contribuye a la salud general y una mala salud oral contribuye a la enfermedad.

A nivel sistémico, cuando hablamos de mala salud oral hablamos de un término que hoy tenemos ya que conocer: la disbiosis oral, el desequilibrio de los millones de microorganismos que habitan en nuestra cavidad oral, en principio para cuidarnos, para proteger la salud. Pero es un ecosistema muy sensible y cuando se produce un desequilibrio esos millones de microorganismos empiezan a trabajar en contra de la salud.

¿Cómo se manifiestan esos desequilibrios?
B.V. Hoy sabemos que en presencia de una disbiosis oral estamos abriendo la puerta no solo a enfermedades locales de la cavidad oral, sino a enfermedades que hoy quedan englobadas bajo el término de enfermedades crónicas inflamatorias. Sumadas llegan a contribuir a más del 50% de la mortalidad mundial: la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, pero también el cáncer, porque la carcinogénesis también está vinculada a cambios en la microbiota.

Entonces la relación es absoluta, es directa y puede ser a favor de la salud, y eso es lo que hay que potenciar, pero puede, en presencia de disbiosis oral, potenciar la enfermedad. La salud es cuestión de barreras

Hablaban de enfermedades inflamatorias. ¿Son el principal riesgo para la salud desde la cavidad oral?
Débora Vilaboa. La inflamación oral está directamente vinculada con las enfermedades inflamatorias crónicas, las más importantes las enfermedades metabólicas, la obesidad, la diabetes, la enfermedad cardiovascular y el Alzheimer, que ahora se va a empezar a llamar diabetes tipo tres. Hoy sabemos que la enfermedad que más inflamación genera es la obesidad, porque la adipocito es una célula inflamatoria, la célula grasa, y es más inflamatoria cuanto más grande sea el adipocito. Vinculada a la enfermedad periodontal, la inflamación de las encías, la inflamación es exponencial.

Uno de los modelos mejores y más potentes para estudiar la inflamación es la cavidad oral y en ella tenemos la representación de las citoquinas inflamatorias de todo el cuerpo.

¿Cómo podemos defendernos?
D.V. Mantener las barreras intactas hace que estemos defendidos frente a tóxicos, frente a patógenos, frente a factores inflamatorios. Nuestro sistema inmune funciona porque es como ese ejército que defiende un castillo: para que responda no puede haber agujeros en la muralla. Y si los hay, que sean muy puntuales y se repongan inmediatamente. Por ejemplo, un ataque puntual de un patógeno o una herida pueden provocar una ruptura de esa barrera, pero eso no conlleva enfermedad porque nuestro cuerpo, el sistema inmune, está preparado para llevar los soldados necesarios y desplazarlos hacia esa ruptura.

Sin embargo, cuando ese ataque es constante y mantenido, el sistema inmune se excede y lucha contra el propio tejido. Entonces esos factores inflamatorios llaman a otros y trabajan en cadena y de forma redundante. Caemos en lo que se llama un círculo vicioso de la inflamación o inflamatory loop, que es lo que explica que las enfermedades inflamatorias crónicas no se curen. 

¿Se trata de una situación reversible?
D.V. Sí, siempre y cuando nos cuidemos ante esa inflamación. Porque si se tolera un nivel de inflamación constante resulta más difícil revertirlo. Es ahí, durante los primeros signos, por ejemplo, de enfermedad inflamatoria intestinal, de tipo permeabilidad intestinal, cuando hablamos de elevación de la presión arterial por primera vez. Ante esto, esa persona tiene que cambiar de régimen de vida. A la vez tendrá que tomar un medicamento para bajar la tensión, comer más saludable y favorecer las bacterias orales que reducen la tensión arterial, que residen en el dorso de la lengua.

La hoja verde, por ejemplo, va a hacer que baje ese factor cardiovascular gracias a la generación de nitritos en la boca con esas bacterias. Con regímenes de higiene muy exhaustivos o con grandes cantidades de alcohol se mueren, dejan de funcionar, de tal forma que no solo lo que comamos, también influye lo que hagamos: hay que cambiar de estilo de vida para incorporar esas dietas saludables, para incorporar ejercicio al aire libre, horas de sueño, un cepillado adecuado. No hace falta llenar la boca con un dentífrico lleno de detergente y rico en alcohol o un colutorio. Al revés, eso es negativo. Y hay que beber agua.

¿Cómo cuidamos la microbiota oral?
D.V. Infiltrando a los buenos entre los enemigos. Si ese microbioma que está alterado lo hemos robustecido con sujetos buenos, tendrá suficiente diversidad para afrontar el ataque. Aumentar la diversidad en la microbiota oral es el primer paso para la salud. A ello contribuye una dieta reforzada en verduras, en frutas saludables, en antioxidantes naturales, comiendo cantidades suficientes pero no excesivas de grasa. Si se genera un microbioma constituido  por "malhechores", van a campar por sus respetos y van a hacer cosas malas para la salud. 

D.V. La línea de dentífricos Yotuel está pensada para reforzar el microbioma. Esta composición ha demostrado que engrosa la mucosa, aumenta las fibras de colágeno y los fibroblastos, la hace más gruesa. 

Este producto, el dentífrico Yotuel, lo desarrolla la empresa BioCosmetics. ¿Cuál es su intervención en su desarrollo?
B.V. Somos diseñadoras junto con un equipo de dentistas finlandeses y con el input de unos investigadores de la Universidad de Nueva York en su concepción. Lo distribuye la empresa Bio Cosmetics a través de un acuerdo con CantabriaLabs, que son expertos en protección solar y en piel, que es otra de las barreras importantes del cuerpo humano. 

D.V. Tanto mi hermana como yo estamos revisando constantemente la investigación al respecto. Por ejemplo, una publicación importante apareció en Scientific Reports, del grupo Nature. En ella se decía que ese efecto positivo en la disbiosis oral y en la inflamación con el dentífrico Yotuel no llega a un techo, no hay un punto por encima del cual ya no tienes más beneficio. La investigación que hay detrás de un dentífrico que mejora el microbioma nos va a dar muchas alegrías. Además, genera un beneficio inmediato que nota el paciente porque tiene menos inflamación, que es, como decíamos al principio, la alarma más importante.

B.V. Hay un momento en la investigación a nivel mundial que marca un antes y un después: el Proyecto Genoma Humano. Hemos podido comprender, desgranar, analizar cuáles son esas cientos y miles de bacterias que habitan el cuerpo, cuáles tenemos que potenciar, cuáles hemos de tener controladas y qué podemos hacer para ayudar a las buenas. La línea Yotuel es punta de lanza a nivel mundial en este sentido.

¿En general en los productos de higiene oral se priman aspectos más superficiales como la comodidad de uso, el gusto, etc.?
D.V. Sí, es así. En los productos para la boca vamos muy por detrás respecto a los de otras partes del cuerpo. Los champús suaves ya están en todas las casas, por ejemplo. Es menos satisfactorio porque hace menos espuma y te tienes que frotar mejor, pero resulta que ni te pica la cabeza ni te sale caspa y quizás el pelo te dure lo mismo. En la piel pasa lo mismo: los geles ahora mismo son suaves, con un pH medido, con menos cantidad de detergentes. En la cavidad oral vamos por detrás.

Vilaboa solidaria y Left Pocket
La clínica que regentan estas dos hermanas odontólogas también tiene una vertiente solidaria. A través de un acuerdo con la plataforma Left Pocket, que centraliza acciones de diferentes ONGs, ofrecen desde su clínica ayuda relacionada con la salud oral. Según Débora Vilabora, "Left Pocket contacta con las ONG que gestionan servicios diversos para personas que han estado en acogimiento o personas que han recibido asilo político, por ejemplo. Pero muy pocas cubren educación en salud y eso es lo que aportamos".

Explica que recientemente han desarrollado una campaña en la que se ha atendido a refugiados ucranianos y de Afganistán, "unas 30 o 40 personas que vienen, les hacemos una revisión general con radiografía y exploración y también se les forma, se les dan pequeñas charlas en grupo".

Iñaki Moreno

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