El reconocimiento de la emergencia sanitaria internacional respecto al mpox obliga a dimensionar la noticia: ¿afrontamos una situación límite o se trata de una medida preventiva, oportuna y proporcionada? El vicepresidente de Asomega José María Eiros, catedrático de Microbiología en la Universidad de Valladolid y jefe de Servicio de Microbiología del Hospital Río Hortega de la capital pucelana, reflexiona sobre ello en una carta enviada al diario El País el pasado 21 de agosto. En esta entrevista abunda en ello y entra en detalles de lo que está en nuestra mano para controlar la situación.
¿En qué sentido cree que la declaración de emergencia sanitaria internacional por la OMS ante la actividad del virus de la mpox en África representa una oportunidad?
Sin duda la declaración persigue la difusión de conocimiento en este caso de una enfermedad vírica emergente, la formación continuada y la respuesta conjunta de los sistemas sanitarios en vigilancia, detección, notificación y control, en el contexto de una “Una Salud”.
Con el término de “virosis emergentes” se hace referencia tanto a las infecciones víricas de nueva aparición en la población como a aquellas previamente conocidas (como en el caso del virus de la viruela del mono) cuya incidencia o distribución geográfica sufre un rápido aumento. Los mecanismos que facilitan su aparición pueden asimilarse en primera instancia a la aparición de un virus desconocido por la evolución de una nueva variante. En segundo lugar, a través del traspaso de la barrera de especie, lo que condiciona la introducción en un huésped de un virus existente en otra distinta. Y en tercer término, por la diseminación de un determinado virus a partir de una pequeña muestra poblacional (humana o animal), que actúa como nicho ecológico, en la que aquel surgió o fue originariamente introducido.
En nuestro criterio la oportunidad reside en tratar de reducir el impacto negativo del virus en un mundo globalizado.
¿Qué alcance cree que puede tener esta emergencia? Dicho de otra forma: ¿hasta qué punto debemos preocuparnos?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza el término "emergencia de salud pública de interés internacional" cuando la extensión de una enfermedad infecciosa afecta a más de un país y se requiere una estrategia coordinada internacionalmente para enfrentarlo.
Nuestros sistemas sanitarios en Occidente tienen capacidad para documentar y secuenciar a nivel genómico la circulación del referido virus en los potenciales pacientes que se asistan. En este sentido poder caracterizarlo es un logro. Nosotros hemos insistido en que la realidad que se valora en nuestro continente es diferente a la que se vive en el origen del brote actual.
¿Cree que, como sociedad, hemos olvidado demasiado rápido la pandemia por Covid-19 y estamos reaccionando con cierta torpeza o lentitud ante esta nueva alerta?
No lo creo. Pero es cierto que todo lo que sea avanzar en la detección, notificación y respuesta ante la diseminación de un virus emergente o reemergente es esencial para el globo. Se trata de dos virus (el SARS-CoV-2 y el de la Viruela del Mono) diferentes en su genoma, en sus mecanismos de transmisión y en su impacto en la salud humana.
Es cierto que la difusión del conocimiento y la educación sanitaria son pilares básicos en los que debe invertir cualquier sistema sanitario.
Con el Covid-19 ya vivimos una gran polarización que, en todos los órdenes, hoy parece más enconada. Pese al antecedente de lo vivido en la pandemia en cuanto a polarización, ¿no cree que el carácter global de estas emergencias sanitarias debería facilitar lo contrario, un mayor entendimiento y unidad de acción como sociedad?
Ciertamente así debería ser.
La aparición de nuevos virus o el resurgimiento de los ya conocidos no resulta explicable con modelos simples. La mayoría de los autores coinciden en señalar que se trata más bien de una interacción de factores que abarcan tres aspectos fundamentales: la población susceptible, el propio virus y el entorno de ambos.
¿Qué factores influyen en ello?
Resulta evidente que la inmigración desde áreas rurales a las ciudades implica grandes cambios demográficos. La OMS considera que en el año 2025 el 65% de la población mundial vivirá en ciudades. Los viajes y la inmigración legal o ilegal y la existencia de refugiados tras conflictos armados también suponen grandes movimientos de poblaciones. Estos cambios pueden afectar de manera muy notoria al grado de dispersión de los virus cuyo huésped es un animal y en especial de los transmitidos por vectores. Además de las temperaturas y el calentamiento global asociado, que favorece la expansión y asentamiento de vectores desde áreas tropicales a zonas templadas, la disponibilidad de agua, tal como se ha mencionado previamente, es un elemento clave.
Determinados factores que afectan a la población son el incremento en la media de edad, mayores niveles de inmunosupresión, mayor exposición a radiaciones UVA, stress, etc., pero sobre todo conviene considerar las desigualdades sociales. La pobreza favorece la aparición y asentamiento de nuevos agentes infecciosos. Además, muchas de las enfermedades reemergentes reaparecen tras mantenerse en una bolsa de población, caracterizada en muchas ocasiones por niveles altos de miseria, desde donde el agente infeccioso se expande.
En las últimas décadas, debido a los grandes avances en comunicaciones y al mayor acceso de la población general a los medios de transporte, los viajes han cobrado una mayor importancia como elemento dispersor de virus emergentes, ya que infecciones que aparecen en cualquier parte del mundo pueden atravesar continentes enteros en días o semanas.
Una vez que el nuevo agente se establece en la población humana, su diseminación geográfica y la magnitud de los brotes dependen esencialmente de la vía de transmisión y de la rapidez de su distribución a nuevos grupos poblacionales así como del periodo de viremia, de la letalidad asociada y del número inicial de infectados. Sin embargo, la capacidad de los servicios de salud para controlar la infección en la población es el factor principal que determina el impacto de la misma.