Recién reelegido decano de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Santiago, el doctor Julián Álvarez Escudero es la autoridad educativa de referencia del Encontro Mundial de Médicos Galegos, ya que ha recibido a Asomega desde esa responsabilidad en las dos ediciones del evento. Lo ve como una oportunidad para crear relaciones entre médicos de diferentes especialidades a los que une su galleguidad, y reconoce su potencial.
A lo largo de esta entrevista, Álvarez Escudero habla de las dificultades enfrentadas a causa de la Covid-19, de la -relativa- importancia de los números altos en el MIR, del problema de la atracción de talento... y deja caer alguna perla sobre el que considera el propósito fundamental de una institución educativa como la que dirige: formar profesionales de la Medicina capaces de hacer con dignidad su trabajo y de ser buenos médicos entregados a sus pacientes. "Que al final es lo fundamental, formarse y trabajar", afirma.
Julián Álvarez Escudero en la inauguración del I Encontro Mundial de Médicos Galegos de Asomega celebrado en 2019.
¿Cree usted que tiene la Facultad el reconocimiento social en Galicia que merece al ser el alma mater de buena parte de los profesionales sanitarios gallegos?
En este momento la imagen de los médicos es buena ante la sociedad. Todo lo que incluya la palabra médico va a tener un cierto reconocimiento social, y la palabra universitario viste mucho. La de Santiago es una facultad peculiar porque es la única de Galicia, aunque lo cierto es que lo tenemos totalmente descentralizado: todas las instituciones del Sergas, y bueno es recordarlo, colaboran en la formación. Es decir, es un trabajo de la Universidad de Santiago por supuesto, de la cual dependemos, pero también del Sergas. No estamos solos, somos la facultad de Medicina que más alumnos tiene de España y contamos con un aliado muy potente que es la participación de todos los médicos de Galicia y de todas las instituciones sanitarias de Galicia. En el Hospital Clínico de Santiago, sin ir más lejos, el apoyo es constante.
En octubre del 2015 se firmó el acuerdo entre los rectores de las tres universidades gallegas para potenciar Medicina en Santiago y que los profesores de áreas relacionadas de Vigo y A Coruña también pudieran impartir docencia clínica. ¿Están satisfechos con este acuerdo?
Este acuerdo está funcionando. Tenga en cuenta que hay años que hablamos de cerca de 400 alumnos por curso, lo que sería difícil de asumir con un único hospital. Estamos muy satisfechos de cómo está funcionando. Como toda operación compleja no se puede simplificar porque son dos grandes instituciones, una educativa y la otra sanitaria, pero dentro de la complejidad que tiene creo que ese acuerdo se tendría que incrementar, potenciar y fortalecer. Es muy bueno para el sistema sanitario gallego y es muy bueno para la Universidad de Santiago de Compostela, pero fundamentalmente lo es para los pacientes. Somos capaces de formar razonablemente bien a un número importante de médicos que, por supuesto, no solo se quedan en Galicia. Lo importante es que los graduados en nuestra facultad tengan unas competencias que les permitan ejercer la Medicina, y eso lo estamos consiguiendo. Por tanto, profundizar ese convenio creo que sería importante.
Y los resultados son evidentes: este año el número del MIR es de aquí, en el 2019 también... Hay buenas posiciones casi todos los años y esto es para sacar pecho.
Yo me sonrío. En los cinco años que llevo de decano tenemos dos números 1, dos números 2 y un número 4, si no recuerdo mal. Lo digo con orgullo, pero todos sabemos que esa no es la realidad de una facultad. A lo mejor, el tanto por ciento de alumnos que están entre los mil primeros hablaría más de la situación real de la facultad. Es decir, somos muy conscientes de que ese no es el nivel medio de calidad. La fortaleza de una cadena es la de su eslabón más débil, y el número uno del MIR no es el eslabón débil, evidentemente. Tenemos debilidades evidentes como también tenemos fortalezas evidentes, como que en muy poco tiempo tenemos dos números uno y muchos entre los cien primeros. No es que estemos en el camino perfecto, pero se están consiguiendo algunos resultados. Contamos con dos elementos fundamentales: uno es la calidad de nuestros alumnos y un PDI de profesores muy entregados en la mayor parte a la causa docente. Creemos que conseguimos que los alumnos alcancen una capacitación razonable en competencias que les permite integrarse perfectamente. De hecho, con el COVID una de nuestras preocupaciones al empezar era si los alumnos que graduáramos en mitad de la pandemia con reordenación de la práctica clínica iban a tener las mismas competencias. Ya con dos promociones graduadas que están en los hospitales, y esta que va a venir en mayo será la tercera, consideramos que ese objetivo de tener médicos graduados que se pueden integrar al sistema MIR es muy importante. Era una catástrofe inenarrable durante un curso académico no poder graduar a los médicos, no a corto plazo pero sí a medio. Creemos que se están cumpliendo los objetivos.
Al final el número 1 del MIR no deja de ser un titular en prensa. Pero habla bien de la Facultad, de su nombre y prestigio…
Preferiría, para valorar, conocer el porcentaje de alumnos presentados por Santiago que están entre los 1.000 primeros. No tengo ese dato porque nadie me lo ha proporcionado y ponerme a buscar me costaría muchísimo. Y además es anecdótico. Claro, prefiero tener el número uno al 1.001. De hecho, la número 1 de este año -Sofía Haselgruber- es una alumna magnífica y será una magnífica profesional, pero también el 2, el 3 y el 2.500. Cuando hubo el año pasado una salida de tono en Twitter del director de Ordenación Profesional de Sanidad, Vicenç Martínez, le dije que al número 4.000 del MIR yo lo acogería perfectamente en mi servicio porque seguro que va a ser un magnífico médico y especialista. Lo mismo digo del 10.000 porque unos son más fuertes en unas cosas, otros más débiles en otras, pero nunca me he encontrado un profesional de la Medicina incapaz de hacer con dignidad su trabajo y de ser un buen médico entregado a sus pacientes. Que al final es lo fundamental, formarse y trabajar.
Pero más difícil que conseguir números altos en el MIR es retenerlos en Galicia. ¿Qué nos falta para que no tengan que irse o para que, si se van con el fin de ampliar horizontes, se pueda atraer de vuelta ese talento?
En esto voy a llevar la contraria a todos: es buenísimo que se muevan. Esto es una comunidad pequeña, un país pequeño y un continente pequeño. Hacen muy bien en moverse, en recorrer el mundo: El mundo real está ahí, en Europa, en América, en Japón, en EEUU, en China, en cualquier sitio. Cada residente que me dice que le gustaría irse a Massachusetts a hacer una rotación, o a Londres o a Alemania o a Estocolmo, me rompo la cabeza para que pueda ir. Es buenísimo viajar y moverse. Somos incapaces de atraer talento, ese es el problema. Y creo que estamos enfocando mal la situación. Aunque no me atrevo a dar una solución.
La Covid-19 en la universidad
Hace poco se presentó el informe sobre el impacto en la Universidad en su conjunto. ¿Cómo fue esa afectación en particular en la Facultad de Medicina y de Odontología?
La Facultad de Odontología tuvimos que cerrarla, aunque garantizando la asistencia sanitaria a todos los pacientes o bien en la propia facultad o bien en consulta de Santiago, por supuesto que se acabaron todos los procedimientos. En Medicina la situación fue compleja porque muchos de nosotros estábamos implicados en el tratamiento de los pacientes con Covid y el hospital era una cosa triste. Yo creo que fui el primer médico en Galicia que tuvo el Covid, era un momento en que no había ni mascarillas ni PCR ni nada . Volví al hospital dos semanas después y allí de 20 quirófanos estábamos funcionando con cuatro, lo que permitió que muchos anestesiólogos nos volcáramos en la unidades de cuidados críticos en la asistencia al Covid.
¿Y desde la óptica docente?
Desde el punto de vista docente, de buenas a primeras nos mandaron para casa y casi milagrosamente pudimos dar las clases por Teams, El primer año estuvo mal porque solo mantuvimos prácticamente la práctica clínica de sexto. El segundo año las cosas fueron más normales y ahora estamos en una situación de casi normalidad. Pero en el informe económico del Rectorado se reflejó también una repercusión muy importante de la facultad. Hablo de memoria, creo que en los ingresos había hasta cuatro millones de euros menos por las actividades que se organizaban aquí. No se hizo ninguna reunión, ningún congreso y eso también tuvo su repercusión. Pero era terrible ver los pasillos, todos vacíos. La facultad era un sitio triste. La calle San Francisco era un sitio triste. El Obradoiro era un sitio triste. No sabíamos a dónde iba esto. No habían llegado las vacunas ni sabíamos cuándo iban a llegar. Nos enteramos que los enfermos de Covid se morían por trombosis porque no se habían publicado cuando empezaron a llegar los casos y tuvimos que hacer algunos tratamientos peculiares. Pero la facultad estaba triste, el centro de Santiago estaba triste.
¿Cómo ve el momento actual?
En esta Facultad hay preventivistas de muchísimo prestigio y no voy a usurpar su terreno, pero el Omicron ha sido distinto desde un punto de vista asistencial. No voy a decir que no haya causado problemas, pero el hospital está funcionando de una forma mucho más parecida a lo que es el funcionamiento habitual. Hemos tenido problemas en algún momento por bajas de médicos o personal sanitario o por estar contagiados, pero esto ya es muy parecido a la normalidad. El problema es la carga acumulada porque llevamos dos años que no estamos funcionando normalmente. Eso todavía se nota y a mí ahí, como jefe de servicio del Hospital Clínico y como médico, no me queda más que pedir disculpas y paciencia a algunos enfermos, pero no damos para más. Porque no se han multiplicado los quirófanos, ni las camas y sigue habiendo bajas del personal sanitario. Pero los enfermos más prioritarios se están manejado adecuadamente.
El II Encontro Mundial de Médicos Galegos
¿Qué cree que puede aportar un encuentro multidisciplinar como este que organiza Asomega en la Facultad de Medicina de Santiago los días 5, 6 y 7 de mayo?
El primer encuentro estuvo muy bien organizado. Se hizo maravillosamente, con mucho sentido común y una clara intención de transversalidad desde el principio. Claramente el papel que tenían los congresos a finales del siglo XIX o principios del 20 ,donde la investigación médica se ratificaba en un gran congreso, se ha perdido. La transmisión de la información ya no depende de los congresos porque es inmediata, pero cumplen un papel muy importante que es la sinergia. Cualquier tema que una a los profesionales es una sinergia que va a hacer más fuerte la cadena, lo que al final nos lleva a mejorar el conocimiento y la transmisión de ese conocimiento.
Estos congresos, estas reuniones transversales las englobo en esto, en sumar sinergias porque a lo mejor el traumatólogo que viene de Buenos Aires y el anestesista que viene de Francia resulta que encuentran una forma de colaborar y una forma de avanzar. Para mí es fundamental.
Es evidente que Galicia en ese sentido tiene un plus importante. No voy a hablar ni de la morriña ni de la saudade, Galicia tiene siempre un atractivo para los que nos sentimos gallegos y eso supone un valor. Un gallego que se va de Galicia nunca abandona su tierra, pero volver a ella le gusta y eso también es una sinergia que puede crear lazos que ayuden a que avance el conocimiento y a que se transmita de una forma más racional. Creo que es la gran vocación de esta reunión: establecer lazos, aunar sinergias y fortalecer unas relaciones.
¿Cree usted que este tipo de iniciativa es atrayente para los estudiantes?
Los jóvenes están muy interesados en estas iniciativas porque ellos mismos organizan congresos continuamente. Aunque desde la Facultad tenemos la ley no escrita que dice que el Decanato no apoya ninguna actividad que aleje a los alumnos de clase. Fuera del horario docente habitual sí, porque no podemos apoyar ninguna actividad que nos eche a los alumnos de las aulas. A veces no lo entienden, pero es una filosofía. Yo lo que les pido es que los inviten el viernes por la tarde si no tienen clase o el sábado porque el Decanato no puede facilitar el abandono de la clase. Me vas a decir que es un día cada no sé cuánto tiempo, pero yo desde luego no les voy a alentar a ir a algo que no les va a permitir adquirir competencias. Pero ellos sí están interesados.